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Daniel Sánchez Arévalo • Director

“El cine es para mí una forma de terapia”

por 

- El cineasta madrileño, de 39 años, genera gran expectación con el estreno de su segunda película, Gordos, tras el éxito de crítica, público y premios de su ópera prima

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Daniel Sánchez Arévalo : Me costó sentarme a escribir, pero una vez que tengo el guión y un casting que me gustan, me sacudo la tensión, pero cuando llegas al final, antes del estreno, recupero la inseguridad, esa presión, los nervios… sobre todo porque ya no se me trata con condescendencia: la amabilidad –maravillosa- con que se juzgaba Azuloscuro ha desaparecido; ahora la cuestión es "A ver… ¿qué has hecho? " Y noto que se hace más énfasis en los errores que la gente ve. No percibo saña, me siento querido por prensa y público, pero sí que están esperando a ver qué tal la segunda película...

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Imagino que presentar al productor el proyecto -una película de y sobre gordos- resultaría, al menos, peculiar…
Pues no, y fue en varias fases, en comidas. Desde el comienzo a José Antonio Félez (Tesela P.C.) le gustó la idea. Aunque se complicó cuando le dije que un actor tenía que engordar 30 kilos. Eso implica rodar fraccionado, con coste extra y el riesgo de que el organismo no responda. Félez dijo: "Ok, pero sólo un actor: Antonio de la Torre". Pero en la siguiente comida le dije: "Se centra en una terapia de grupo: gente que va a tratarse la obesidad; no puede ser uno solo el que adelgaza". Al final sufren transformación física -además de Antonio- Verónica Sánchez, Leticia Herrero y María Morales, controlados por dietistas y endocrinos. Antonio tuvo que hacer el viaje de ida y vuelta en ocho meses. En mitad del proceso se le dispararon las transaminasas (enzimas), algo que te puede dejar secuelas de por vida. Y sólo habíamos rodado el comienzo de la película…. Pero paró dos semanas y luego siguió engordando sin problemas.

¿Han encarecido mucho el presupuesto esos diez meses de prolongación de rodaje?
En medio millón de euros, aproximadamente. El total es de 3,5 millones de euros.

¿Es fácil, con esos saltos temporales para la filmación, mantener el tono y la intención de la película?
Era uno de los temores: conservar el estilo narrativo de forma coherente. El guión te permite seguir el hilo, ya que fue un rodaje no cronológico, un collage. Una de las cosas buenas de este rodaje tan prolongado es que me ha dado tiempo de ir creciendo y madurando como director: lo que he rodado al final es mucho mejor, así como la dirección de actores. En esos meses estuvimos ensayando. Ha sido como un embarazo, con las hormonas disparatadas: había algo de descontrol, caos, de estar montando y localizando a la vez. Una experiencia desconcertante pero que ha enriquecido a la película. Porque ves lo que has rodado, y eso te da mucha información de cómo seguir, corregir errores o incentivar lo que funciona bien. Me siento muy privilegiado porque es difícil que un productor confié en algo así. También está el desgaste mental, la sensación constante, durante diez meses, de que aún no tienes la película: fue difícil relajarse.

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se identifica más Daniel Sánchez Arévalo?

En todos pongo un poco de mí mismo, para creérmelos, para sentirlos de carne y hueso. Pero si tengo que elegir, éste sería el terapeuta (Roberto Enríquez): he intentado ser bueno y me he preocupado por los demás, pero eso genera mucha tensión. Pretender no errar es horrible, porque cuando lo haces, te equivocas mucho más. Creo que tengo un ser miserable dentro, que intento mantener siempre oculto, pero ese monstruo, cuando sale, es terrible. Me considero buena persona, pero reconozco lo que hay dentro de mí… y he intentado ir sacándolo para que no me salga como al terapeuta: es el personaje donde he volcado mis miedos.

¿Por qué tanto interés en las relaciones humanas: necesidad, terapia personal…?
Es lo único que conozco un poco realmente, no me siento capacitado para hablar de nada más. Y también es una forma de terapia, de seguir indagando en mis miserias a través de otros personajes o escribiendo situaciones para acabar de entenderme a mi mismo: todo esto me ayuda.

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