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Nicolas Philibert

Philibert entre los bancos de escuela

por 

- Tras tocar temas relacionados con el teatro, el director francés prosigue su investigación documental deteniéndose en Être et avoir en una escuela muy particular

En Être et avoir Nicolas Philibert nos habla de la escuela. Pero no de clases ruidosas e interminables filas de bancos, ni tampoco de maestros que caminan presurosos de un salón a otro. Tras la aventura teatral de un grupo de pensionados en una clínica psiquiátrica (La moindre des choses) y la de un grupo de alumnos de una escuela de teatro (Qui sait?), el director francés prosigue su investigación documental deteniendo esta vez su cámara en la escuela de un pequeño pueblo de la región de Auverne. Una escuela inusitada, con una clase única en la que el maestro Georges López tiene juntos a los pequeños alumnos del jardín de infancia con los del quinto curso de primaria. Hijo de inmigrantes españoles, López lleva 35 años como profesor, 20 de ellos transcurridos en esa pequeña escuela enseñando a leer y escribir, a hacer cuentas, pero sobre todo a crecer.
Tras el gran éxito obtenido en Francia, con más de un millón de euros recaudados en ocho semanas en cartelera, Être et avoir llega a Italia con su director, que en Roma nos habla de su extraordinaria aventura.

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¿Se parece esta escuela a la que usted conoció de pequeño?
“No, en absoluto. Siempre viví en la ciudad y tengo pésimos recuerdos del colegio. Era infeliz, estaba siempre ansioso y no lograba adaptarme al régimen escolar, tanto que mis padres me cambiaban de escuela todos los años. Gracias a esta película he conseguido reconciliarme con la escuela”.

¿Cómo surgió la idea de hablar de una escuela de este tipo?
“No soy de los que buscan un tema específico, dejo que la idea madure ella sola. Quería hablar sobre el colegio, sobre cómo se enseña a leer y sobre el mundo rural, y decidí hacer esta película mucho antes de descubrir ese tipo de escuela. Una investigación que no me resultó fácil porque quería que expresase la esencia de la enseñanza y del aprendizaje, y en Francia ya no hay muchas escuelas de este tipo, creo que sólo hay una 7000”.

Ha conseguido ilustrar momentos muy particulares entre alumnos y maestro, ¿estaba todo preparado?
Para realizar una película de este tipo, en la que los protagonistas son niños, es necesario que te acepten, que te integres con todo el equipo y la cámara. Conseguí rodar desde el primer día, pero primero tuve que conseguir que se restara importancia al equipo cinematográfico. Aunque hay que decir que en una película como esta, nunca sabes lo que va a suceder. Las lágrimas de Nathalie durante su reunión con el maestro antes de terminar el curso, o las de Olivier mientras habla de la enfermedad de su padre no estaban programadas; yo mismo me pregunté durante el montaje si debía cortar o no esas escenas. Pero hablar de una escuela de ese tipo implica relatar también la vida íntima de sus protagonistas”.

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