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Philippe Faucon • Director

"Hacer existir a personajes reales, de carne y hueso"

por 

- CANNES 2015: Charla con el francés Philippe Faucon sobre su exitosa Fatima, presentada en la Quincena de los Realizadores del festival de Cannes

Philippe Faucon  • Director

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, retrato sensible y muy agudo de una madre y radiografía depurada del día a día de la integración y de sus esperanzas, se presentó en la Quincena de los Realizadores del 68º festival de Cannes, tras lo cual charlamos con su director, Philippe Faucon.

Cineuropa: Fatima es una adaptación de dos libros de Fatima Elayoubi. ¿Por qué le dieron ganas de llevarlos al cine?
Philippe Faucon: Es la productora Fabienne Vonnier quien me propuso este proyecto. Cuando conocí a la actriz, lo comprendí todo. Es un personaje extraordinario. Ella vino a Francia siguiendo a su marido, sin hablar una palabra de francés. Por ello, no tuvo acceso más que a oficios bastante desconsiderados. En Francia, dio a luz a dos hijas, quienes hablan francés desde su nacimiento. Lo que necesitaba decir y no podía explicar a sus hijas en francés lo empezó a escribir en árabe en sus cuadernos. La cinta habla de la necesidad de esta mujer de dar con una forma de comunicarse con sus hijas y de salir de la imagen que tienen de ella, de manera que pueda decir a la sociedad en la que vive que no es sólo esta mujer que todos etiquetan como una limpiadora que no sabe hablar francés, inmigrante, ignorante y con una vida rutinaria y repetitiva. Ella quiere expresar lo que es, lo que ella aporta a la sociedad a la que se ha visto llevada y que desea para sus hijas. Por estos motivos, el proyecto llegó como un contracampo de mi anterior película: cuando rodaba La désintégration [+lee también:
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, empleábamos a menudo la fórmula "un árbol que cae hace más ruido que un bosque que empuja". Me dije que también había que contar la historia del bosque que empuja. Y conocí al personaje de Fatima.

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La presión es esencial en los problemas de los tres personajes principales: lograr comunicarse, sacarse los estudios y sobreponerse a la vergüenza social.
Fatima tiene un deseo casi obsesivo de que sus hijas no tengan la misma vida que ella ha tenido, con ese sentimiento de marginalidad. Se apoya en esta voluntad a veces de forma un poco rígida, a ojos de su hija menor, a la que trata de apoyar en la escuela asistiendo, a los consejos escolares aunque se pierda entre la palabrería que no entiende. Ella dedica todos sus esfuerzos laborales a apoyar los comienzos de su hija mayor en la universidad, por lo que ésta se ve portando sobre sus hombros el peso de una esperanza y una demanda enorme por parte de su madre: no puede no sacarse la carrera adelante porque es consciente de los sacrificios de su madre. Esta obstinación de la gente que quieren labrarse un hueco propio no es fácil ni viene dada de antemano. Es algo que me transmite mucho y que también vi en mi historia familiar.

¿Cómo consiguió tratar con tal delicadeza un tema que podía prestarse tan fácilmente a un exceso emocional?
Estamos sobre un filo de la navaja, con el riesgo de caer en la historia bonita con moralina. Lo que había que hacer era dejar que existieran los personajes reales, de carne y hueco, en los que creemos, hechos de complejidad y contradicciones. Había que esforzarse en provocar eso poniendo en contacto a los personajes con sus propios actores para que encarnaran de verdad y sobrepasaran los estereotipos. Cuando se trata de actores no profesionales o de jóvenes intérpretes, hay que comprender dónde se sitúa el encuentro entre personaje y actor. No hay que pedir cosas de las que no son capaces ni hay que componer; al contrario, estos disponen de una riqueza, unas vivencias y una autenticidad que son justamente las que necesitaban los personajes; habría podido encontrar actores más experimentados pero no personas que tuvieran una relación más íntima con las relaciones que evoca la película.

¿Qué intenciones tenía usted en lo concerniente a la puesta en escena?
Ponerse al servicio de la encarnación de los personajes, no poner trabas a lo que haría posible que los actores existieran. No había que pensar en la puesta en escena para ponerlos en escena, con elementos complicados que habrían repercutido en su libertad.

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(Traducción del francés)

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