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Lucrecia Martel • Directora

“Filmar no me vuelve loca ni me parece lo más interesante del mundo”

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- La directora argentina Lucrecia Martel nos habló sobre su nueva película, Zama, y sobre cómo encaja en el resto de su obra y en su percepción cinematográfica

Lucrecia Martel • Directora
(© Doha Film Institute)

ACTUALIZACIÓN (3 septiembre 2017): La película ha sido proyectada en el 74° Festival de Venecia.

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, la adaptación de la novela de Antonio Di Benedetto escrita en 1956, sobre Don Diego de Zama, un oficial español del siglo XVII asentado en Asunción, que espera su transferencia a Buenos Aires. La película, que ya está preparada, espera su estreno en alguno de los festivales internacionales de este año. La directora respondió a nuestras preguntas en el Qumra, organizado por el Doha Film Institute

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Cineuropa: ¿Por qué has decidido adaptar Zama?
Lucrecia Martel:
Uno de los denominadores comunes en países de economía no muy desarrollada como Argentina es que es muy difícil hacer proyectos ambiciosos como, por ejemplo, películas de época que requieran una recreación, porque es muy caro. Eso es un problema que hace que no podamos investigar mucho en nuestro pasado para armar narraciones sobre él. Yo tenía mucho interés en hacer una representación del pasado que no fuese coincidente con la forma en la que se cuenta la historia en América. La novela, en concreto, es muy particular, porque sucede en el pasado pero tiene un conflicto muy moderno, a la vez que está desprovista de una gran preocupación histórica.

A priori, parece que la película es un cambio de registro, ya que tus obras anteriores son más pequeñas, más intimistas.
En ese punto sí es diferente, pero no es un cambio tan grande. En la manera en la que las filmo se parecen. Me siguen interesando ciertos problemas culturales de Sudamérica, como por ejemplo el no tener buenos archivos de películas ni fotográficos, no tener bien cuidadas las bibliotecas públicas. Todo lo que significa la preservación del pasado parece ser un lujo de otros países. Creo que la Universidad de Berkeley tiene más libros que las bibliotecas nacionales de Argentina, Chile y Brasil juntas. Es un privilegio poder hacer una película con un presupuesto que te permita, haciendo malabares e inventando muchas cosas, investigar en el pasado. No pasa muy a menudo en el cine latinoamericano.

¿Ha sido muy difícil levantar la película?
Uno se da cuenta de que a una película le costó reunir el dinero cuando hay muchos productores en ella. Fuimos a pedir dinero a todos los sitios, y cada uno de ellos nos dio un poco; no vino nadie diciendo que nos daba todo lo que queríamos, eso solo pasa con las películas mainstream o con un potencial comercial. Creo que duran más los títulos de crédito que la película (ríe). A mí, filmar, ni me vuelve loca ni me parece lo más interesante del mundo; no es que quiera todos los años filmar algo, nunca me pasó. Pero cuando elijo algo que quiero hacer, como ya sé lo que cuesta encontrar financiación, elijo cosas en las que voy a estar interesada muchos años, para aguantar todo ese proceso.

Has trabajado, por tercera vez, con Pedro Almodóvar y su productora. ¿Cómo habéis formado tan buen tándem?
El trabajo es muy respetuoso. En El Deseo apoyan la película sin tratar de modificar nada, solo estando atentos para ver cómo ayudar sin intervenir en la parte artística. Creo que esto pasa porque es una productora de un director, que sabe que no sirve de nada entrometerse.

El rodaje ha sido muy desafiante…
Ha sido difícil, pero también muy divertido. Hemos tenido que rodar con animales y dificultades (agua, barro, lluvia, frío, calor)… Este ha durado dos meses. Y los actores que participaron en él fueron increíbles, porque tuvieron que aguantar todas esas cosas. Es una película que tiene lugar en la frontera, y necesitaba una mezcla de gentes, por ello hay un grupo tan heterodoxo de actores, americanos, españoles, etc.

Participas por primera vez en el Qumra, dedicado a mostrar el camino a los cineastas emergentes. Ahora eres una cineasta reputada, pero tú misma has tenido unos comienzos. ¿Qué obstáculos has tenido tú al empezar?
Yo siempre me siento muy en los comienzos, porque como filmo cada tantos años, es casi como volver a empezar. Siempre me siento muy cerca de los directores que empiezan. Una de las mayores dificultades que he tenido siempre es precisamente el financiamiento de las películas, pero otra, que me parece más difícil de resolver, y más importante, es encontrar un lenguaje propio. Todo lo que yo hago cuando doy clase es intentar ayudar para que eso suceda. No trato de transmitir una matriz narrativa, sino herramientas que permitan a la persona encontrar un lenguaje propio. Y eso es algo que yo hago porque me hubiera gustado que me pasase a mí.

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