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Denis Côté • Director

"Si evito las entrevistas, lo informativo y las estadísticas, ¿qué queda? Quedan cuerpos"

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- LOCARNO 2017: Cineuropa estuvo con Denis Côté, director de A Skin So Soft, un largometraje impregnado de elegancia y humanidad que compite por el Leopardo de Oro

Denis Côté  • Director
(© Locarno Festival/Massimo Pedrazzini)

En el festival de cine de Locarno, Cineuropa estuvo con el canadiense Denis Côté para hablar de su última película: la sorprendente y estética A Skin So Soft [+lee también:
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, con la que participa en la competición internacional del certamen helvético. Denis Côté es un habitual de Locarno, donde regresa por cuarta ocasión ya tras Drifting States (Leopardo de Oro de la competición de vídeos en 2005), Ella quiere el caos (Premio a la mejor dirección en 2008) y Curling (mismo galardón y, también, premio al mejor actor en 2010). A Skin So Soft nos habla de la fragilidad de los cuerpos: adorados, glorificados y mortificados.

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Cineuropa: ¿Por qué razón se decidió por entrar en el mundo del culturismo?
Denis Côté:
Durante mucho tiempo quise hacer un documental sobre uno de los protagonistas, Benoit, pero no tenía ninguna gana de mostrarme su vida privada, así que el proyecto quedó en mi memoria. Tuve problemas de salud y observar cómo hombres persiguen un ideal me pareció muy concretamente una manera de entrar en conversación con mi propio cuerpo enfermo. Me volví a interesar por ellos al ver todas las sorprendentes fotos que cuelgan en sus perfiles de Facebook. Entrevisté a varios y después completé el casting.

Su película es muy poderosa pero, al mismo tiempo, extremadamente humana, superando los clichés del culturismo. ¿Cómo consiguió “proteger” a sus personajes y evitar la trampa del voyeurismo?
Primero visioné el clásico Pumping Iron, con Schwarzenegger, y me dije que ya habíamos visto todo lo que había que ver sobre el culturismo. Después, hay innumerables reportajes televisivos y otros documentales muy convencionales sobre regímenes, drogas y entrenamientos. Me dije que el “tema” había sido filmado lo bastante de manera frontal, así que decidí hacer un recorrido periférico, digamos, o incluso alejarme a lo tangente. Más allá de los gimnasios hay chicos ordinarios con familias, momentos menos glamourosos y territorios íntimos que no interesan a las películas sobre este asunto. La idea del impresionismo fue tomando forma y la fragilidad de estos monstruos se hizo con mi atención. Estos tíos no comprendían en todo momento lo que buscaba. Querían brillar y explotar en la pantalla sus estrepitosos músculos pero yo les pedía que lavaran los plato. Al final, se alegraron de mostrar otra cara. Lo encuentran “diferente”. Filmé las pasiones y no las proezas de los personajes. Sentimos la mirada tierna y benévola porque es una película sobre seres humanos con pasiones, no una película sobre el culturismo.

En A Skin So Soft los diálogos escasean y la música y la voz en off brillan por su ausencia. Los ruidos “humanos”, sin embargo, abundan e incluso aparecen amplificados. ¿Qué pretendía con esta decisión?
Tiene que ver con esa necesidad de filmar lo que menos vemos en el resto de la filmografía sobre este universo. Si evito la entrevista, lo informativo y las estadísticas, ¿qué queda? Quedan cuerpos, cuerpos en sufrimiento, cuerpos satisfechos, descansados o en estado casi de beatitud. Perseguí hasta la más mínima manifestación física y el menor signo de angustia. Siempre están representando un papel, son muy conscientes de su imagen. A veces les molesta la cámara y a veces lo que les molesta es la emoción al conseguir sus metas. No tenía guion así que me limité a buscar estos signos de vulnerabilidad. 

Los cuerpos que pone en escena son hiperperfectos, esculturales pero a la vez de carne y hueso. ¿Pretendía dar la vuelta a los papeles establecidos en lo que concierne a las relaciones de seducción, rompiendo así con los estereotipos asociados al hombre musculoso insensible y machote?
Desde mis primeras visitas a los gimnasios y desde que asistí por primera vez a una competición, me percaté de la ausencia de sex-appeal y del juego, digamos, “normal” de la seducción. Es un universo muy poco sexualizado, aun cuando todo el mundo está casi desnudo. Son territorios de pura performance. Los hombres y las mujeres no se miran con deseo. Todo se ve a través del prisma de la performance, quizá con uno o dos centímetros de envidia. Se espían de la cabeza a los pies y se dan notas de 10 en silencio. Estamos en un territorio muy alejado de la sexualización de las relaciones aquí. Eso me sorprendió. Para el ojo distante, choca, por tanto, toda esta carga homoerótica perfectamente inconsciente entre los culturistas. Los bodybuilders más impresionantes no son muy machos. No hablan de sexo. No ligan. Eso me parece extraño pero tiene su lógica. Sólo están ellos y la pelea es entre ellos.  

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(Traducción del francés)

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