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BERLINALE 2018 Competición

Cédric Kahn • Director

"La película va de la reconstrucción del vínculo"

por 

- BERLÍN 2018: El cineasta francés Cédric Kahn habla sobre El creyente, presentada a concurso en el 68º Festival de cine de Berlín

Cédric Kahn  • Director
(© Gerhard Kassner / Berlinale)

14 años después de Luces rojas, Cédric Kahn compite nuevamente en el festival de Berlín con su décimo largometraje, El creyente [+lee también:
crítica
tráiler
entrevista: Cédric Kahn
ficha de la película
]
: una película intensa que avanza a hombros de la gran revelación Anthony Bajon, quien encarna a un joven que trata de abandonar su drogodependencia en el seno de una comunidad aislada en la montaña y regida por antiguos toxicómanos que se curaron a través de la oración.

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Cineuropa: ¿Qué le atrajo en concreto de este cruce entre la adicción a las drogas y la experiencia religiosa?
Cédric Kahn:No creo que hubiera hecho la película sobre un tema sin el otro. Es la reunión de ambos lo que me inspiró: el camino de unos jóvenes desde la droga hasta la fe. A priori, pensamos que ambos asuntos son completamente opuestos pero hay mucha convergencia. Hace mucho tiempo que esta historia me interesa. Primero, oí hablar de todos los experimentos que intentaron llevar a cabo los religiosos con los drogodependientes y, después, fui a ver a estos jóvenes. Sus testimonios me dieron la idea para hacer una película sobre ello.

¿Por qué decidió centrar su obra en un solo personaje y no desvelar casi nada de su vida anterior a su entrada en la comunidad?
Justamente porque los testimonios centraban mi idea de la película: que un personaje fuera al final todos los demás, que pudiera llevar sobre sus hombros las historias de los otros. Rápidamente comprendimos mis coguionistas y yo que cuanto menos supiéramos sobre él, más anchos serían sus hombros y mejor podría representarlos a todos. Lo fascinante es que todas las historias de los toxicómanos se parecen mucho, así que es como si, sin mirarse ni conocerse, ya estuvieran todos dentro de la misma historia.

La película se apoya mucho en las elipsis y la intriga se extiende a lo largo de un año y medio. ¿Cómo construyeron el guion?
La escritura empezó con decisiones bastante importantes: además de que no debíamos saber nada del protagonista, optamos por empezar con su llegada y por quedarnos con él hasta su partida. Entre estas decisiones también estuvo, efectivamente, la de avanzar a través de momentos clave, a grandes trazos de uno o dos días como mucho, seguidos de elipsis de varios meses. Lo que me interesaba eran las etapas de su curación, su reconstrucción y su acercamiento a la fe.

¿Cómo quería abordar el terreno de la fe y su dimensión irracional?
Estas escenas de sensación son progresivas puesto que primero lo vemos encerrado para la oración y luego se abre al colectivo, el canto, la oración en grupo, los textos. Más tarde, es presentado como un buen elemento pero no del todo sincero, pues también se trata de un camino de sinceridad y de verdad. Y llega el momento en que encuentra la fe o a Dios. Lo importante era que estas escenas estuvieran a la altura del personaje para que un espectador no creyente o agnóstico como yo pudiera engancharse a elementos de la razón. El cine es un mecanismo formidable para filmar lo invisible. Podemos contar cosas pero también podemos hacerlas sentir. Había un material formidable para sentir la oración, el poder del canto, el apaciguamiento que produce, y lo mismo vale para los momentos en que el personaje va en busca de su propia fe.

¿Qué puede decirnos de la elección del actor principal?
Fue una de las primeras decisiones. El actor principal no solo no debía ser conocido sino que tampoco habían de haber sido muy vistos ninguno de sus compañeros. Me parecía importante que el protagonista resultara ante todo creíble y quería gente de nacionalidades y orígenes sociales diferentes. La idea era que en cada rostro pudiéramos contar o intuir una historia.

¿El microcosmos de su película refleja el peso actual de las adicciones y de la religión en el mundo?
Es verdad que puede representar nuestra época, en la que mucha gente se inclina por la religión y la drogodependencia forma parte de los males sufridos por millones pero también podemos decir que los problemas de la adicción y de las aspiraciones a la fe son eternos. Podemos vincular eso a la edad contemporánea, a los problemas de nuestra sociedad, pero creo que esto los supera. Supera incluso la religión, puesto que la película va de la reconstrucción del vínculo, del hecho de poder mirarse a los ojos unos a otros y comprender el mutuo sufrimiento. Eso es lo que crea humanidad.

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(Traducción del francés)

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