28/01/2009 - Encuentro en París con el realizador irlandés de The Secret of Kells, cuya proyecto tuvo su inicio en el Cartoon Saloon que co-dirige

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Tomm Moore: En 1999, mientras estudiaba en la universidad. Con un amigo, decidimos adaptar en animación el arte céltico y medieval irlandés. Inmediatamente optamos por el Libro de Kells. Queríamos ver hasta qué punto podíamos hacer algo único, con un estilo completamente diferente al de las otras películas de animación internacionales.

En 2001, presentamos un proyecto piloto en el Cartoon Movies y a Didier Brunner, de la compañía francesa Les Armateurs, le gustó la idea. Trabajamos en el guión hasta 2003, para crear una historia más universal y dirigirnos concretamente a un público joven. Dimos más importancia al personaje de Brendan e introdujimos más elementos mágicos de las leyendas irlandesas, como la hada Aisling o el Crom Cruach. Pero siempre intentamos mantener un determinado equilibrio, lo cual no era fácil, con temas más adultos.

La supremacía del arte contra la crueldad es el centro del relato
Es una lástima, pero la gente no protege los tesoros de su cultura, que se va deteriorando. La idea de que el arte y la cultura nos protegen en los tiempos difíciles es muy importante para mí. Y el hecho de que el relato trate la creatividad en tiempos difíciles permitió hacer un paralelo con la realización en sí de esta película. Las historias de los personajes y el entusiasmo de lanzarse en algo nuevo al adaptar el arte medieval me permitieron concentrarme durante todos estos años en el proyecto.

¿Cuáles fueron tus normas en cuanto a la gráfica?
Una vez escrito el guión, hicimos un story-board que cambió mucho con el desarrollo visual. Nuestra idea básica era utilizar todas las posibilidades del arte medieval con una especie de perspectiva que se podría calificar de 2'5D. También intentamos ser fieles a los colores del Libro de Kells. Básicamente, todo es muy liso y sólo cuando hay un peligro todo se vuelve rojo, blanco y negro, en un estilo muy expresionista, por ejemplo, con grandes sombras. Eso crea un fuerte contraste con el arte medieval y refuerza la idea de situaciones tan peligrosas que ya nadie puede ver los colores.

¿Es verdad que cambiaste la gráfica para alejarla del estilo Disney
Es verdad. Al principio, teníamos un interés muy particular por los orígenes y trabajamos en esta dirección bajo la influencia de la pintura. Los animadores y yo mismo habíamos comenzado a tratar a los personajes de manera más tradicional. Pero los productores nos empujaron a ir lo más lejos posible también con los personajes. Y es lo que hicimos, completamente en 2D y profundizando al máximo el aspecto medieval. Fue un verdadero reto representar a los personajes de una manera muy estilizada ya que en animación no actúan y se basan solamente en el emocional.

¿Cuál es tu opinión sobre el debate sobre 2D o 3D?
Cuando trabajaba como animador, me daba la impresión de que la animación en 2D estaba desapareciendo. Pero desde un punto de vista de realizador y productor, me di cuenta de que la 2D convenía perfectamente a este proyecto. La animación en 2D no ha desaparecido, se acerca a la stop motion (animación imagen por imagen en volumen) y a la craft animation, y aún más películas interesantes pueden ser realizadas en 2D. Es una decisión que debe tomarse, una verdadera elección, pero la animación 2D ofrece más posibilidades que antes.

¿Cuáles son tus influencias en el ámbito de la animación europea?
Nos inspiramos en películas como Bienvenidos a Belleville [+lee también:
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ficha de la película] o Kirikú, que fueron producidas en Europa y que demostraron que se podían hacer cosas diferentes con relación al sistema de los grandes estudios. Y Michel Ocelot nos dio algunos consejos, ya que debíamos obtener el máximo con un presupuesto bastante reducido. Finalmente, hicimos un buen trabajo.