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CANNES 2012 Quincena de los Realizadores

Infancia clandestina: la guerrilla en versión familiar e idealizada

por 

- Benjamín Ávila firma una película personal sobre los años de la dictadura en Argentina

La dictadura militar que vivió Argentina entre 1976 y 1983 no es un tema inédito en el cine y seguramente tampoco en la Quincena de los Realizadores del festival de Cannes. En La mirada invisible [+lee también:
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(2010), Diego Lerman ya había retratado el final del régimen mediante la historia de una reprimida y amargada conserje de colegio. Esta mañana, otro cineasta argentino, Benjamín Ávila, presentó en la Croisette su retrato de esos años de represión, y lo ha hecho con ligereza y a través de la mirada de un adolescente cuyos padres son miembros de una organización guerrillera. Infancia clandestina [+lee también:
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es una película infinitamente personal, aunque no autobiográfica.

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En 1979, tras años de exilio en varios países de Sudamérica, Juan, de 12 años de edad, vuelve a Buenos Aires con sus padres. Pero ese regreso a la patria tiene una particularidad: la clandestinidad. El adolescente tiene que fingir ser quien no es para que sus padres puedan seguir con la lucha armada: su nuevo nombre, Ernesto, y su ídolo, en lugar del Che, será el tío Beto.

Ávila ya había tratado el tema de los hijos de los "desaparecidos" del régimen en su documental Nietos, de 2004. La madre del propio director fue declarada "desaparecida" en 1979; por lo que echó mano de su propia memoria para desarrollar el proyecto. La colaboración con el coguionista Marcelo Müller fue, no obstante, fundamental para que pudiera ir más allá de su experiencia personal y construir una trama donde se vislumbran pensamientos y emociones de su pasado sin limitarse al espacio marcado por el biopic.

En lugar de abordar el compromiso político de sus personajes de manera gris y previsible, la película se centra en el lado doméstico y familiar del asunto. Aunque la película nunca oculta los peligros de la situación, opta por abrir un amplio espacio al humor y a una radiosa felicidad personificada sobre todo por el personaje del tío Beto: una figura tan revolucionaria como romántica, interpretada por el actor español de origen argentino Ernesto Alterio. El tío Beto es para Juan/Ernesto lo que en cierto modo era el tío comunista para la joven Marjane Satrapi en Persepolis [+lee también:
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. El guion avanza con una idealización del personaje (como se tiende a idealizar a todos aquellos que perdemos), al mismo tiempo que asume esa idealización como especie de homenaje a todos los que siempre han traído ánimo y optimismo en los tiempos más turbios. Esa idealización está también patente en otros personajes, en otros momentos de la trama: en la manera idílica en que se rueda la danza del primer amor de Juan o en la deliciosa tranquilidad que transmite la voz de su madre mientras canta y toca guitarra para sus otros compañeros de lucha.

En paralelo a este registro de idealización de la realidad, se opta también por la introducción de imágenes de animación en algunas secuencias. Cuestionado sobre esa elección en el debate que siguió la proyección, el director explicó que su intención era implicar al público, dejando que él proyectara sus propias imágenes mentales en algunos de los momentos clave de la película.

Vendida internacionalmente por la parisina Pyramide Distribution, Infancia Clandestina es una coproducción entre España (Antàrtida Produccions), Argentina (Historias Cinematográficas / Habitación 1520 Producciones) y Brasil (Academia de Filmes).

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