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- 11 puntos de vista para dar fe, sin hipocresías, de la dimensión humana que la tragedia del WTC ha asumido en el mundo

Estigmatizado y tildado como “antinorteamericano” por la principal prensa estadounidense, 11 de septiembre – 11’09”01 ha sido acogida con entusiasmo por los periodistas presentes en el Festival de Venecia. Los once directores de distintas nacionalidades que firman esta película colectiva golpean con fuerza en sus diferentes visiones de los trágicos acontecimientos de NuevaYork.

Vale la pena citarlos a todos: Samira Makhmalbaf, con sus niños iraníes que ni siquiera son capaces de imaginarse una tragedia tan grande como la de las Torres Gemelas; Claude Lelouch, con un episodio lleno de poesía y belleza en el que hablan las imágenes más que las lenguas; Alejandro González Iñarritu que, por el contrario, confía al sonido todo el impacto de la tragedia, con las voces de los locutores de radio y televisión, de las víctimas, de los contestadores telefónicos, de los servicios de socorro; Youssef Chahine, con su feroz invectiva contra el imperialismo norteamericano que Bin Laden habría creado; Danis Tanovic, que recuerda otro once de septiembre, un trágico día de 1995 en Srebrenica después del cual las mujeres se manifiestan el día once de cada mes; Idrissa Ouedraogo, que ambienta en su Burkina Fasso la historia de un niño que cree haber visto a Bin Laden y piensa capturarlo y recibir la recompensa para curar a su madre y a todos los enfermos de meningitis y sida; Ken Loach, que confía la narración al chileno Vladimir Vega, a través de una carta a los familiares de las víctimas del WTC en la que se recuerda el golpe de estado de 1973 en Chile, organizado y financiado por el gobierno estadounidense, que se cobró 30.000 víctimas; Amos Gitai, que reconstruye en un único plano secuencia un atentado cometido por kamikazes palestinos en Tel Aviv ese mismo once de septiembre, “borrado” de inmediato por las primeras noticias terribles que llegaron de Nueva York; Mira Nair, que pone el acento en la feroz cacería de brujas desatada tras el atentado, relatando la historia verídica de un joven musulmán a quien se creía terrorista y que luego resulta ser uno de los tantos héroes que murieron en el derrumbamiento de las torres; Shohei Imamura, con una historia simbólica que sólo tiene un mensaje: las guerras santas no existen: y, finalmente, Sean Penn, único estadounidense del grupo, con una palpitante provocación de amor por su propio país, interpretada por el magnífico Ernest Borgnine.
Once puntos de vista para dar fe de la dimensión humana que esta tragedia ha asumido en el mundo, once episodios cinematográficos eficaces y conmovedores, libres de hipocresía, que inspiran sensaciones y sentimientos contrarios, en los que se mezclan la rabia y la piedad.

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(Traducción del italiano)

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