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PELÍCULAS Luxemburgo

House of Boys: de la comedia al melodrama

por 

«¡Una comedia!» era lo que pedía el público del Festival de Cine GLBT de Turín, desbordado por dramas de toda clase y condición. House of Boys [+lee también:
tráiler
ficha de la película
]
, la primera película del luxemburgués Jean-Claude Schlim, tenía visos de responder a ese ruego; sin embargo, la cinta –dividida en tres capítulos y un epílogo que pierde fuelle con el paso de los minutos– cambió a tiempo de registro, en contra de las expectativas.

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La película empieza con el capítulo «Mi mundo»: estamos en la primavera de 1984 cuando Frank (Layke Anderson) llega a Amsterdam huyendo de una familia burguesa. El joven «se siente sexy» y encuentra trabajo y libertad en el club nocturno que da título al filme y que dirige «Madame» Udo Kier (imprescindibles sus números musicales de travesti). El muchacho rompe moldes y asciende vertiginosamente: de servir en la barra a realizar sus propios números y robar el protagonismo a su compañero Jack (Benjamin Northover, al que veremos pronto en la próxima entrega de Harry Potter), un estadounidense heterosexual –no demasiado– convencido.

Tras los primeros sinsabores, entre los dos surge un afecto que resiste a la competencia, a los celos y a los clientes que tiene cada uno: es «La fuerza del amor» (segundo capítulo), un sentimiento que pronto tendrá que enfrentarse a los «Problemas del mundo» (tercer capítulo), en el que el doctor Stephen Fry afirma que «no existe ningún cáncer gay» cuando se descubre que Jack ha contraído el SIDA.

En conclusión, mucho de todo: hay películas que ofrecen una gran variedad de temas, giros, registros y dan que pensar, y hay otras que son como un eco en el vacío. House of Boys, por desgracia, forma parte del segundo grupo: si bien es positiva la intención de diluir la comedia en el drama, la introducción de la tragedia termina por hundir el barco, otorgándole un carácter plano y televisivo. Hay demasiados trazos que casi ni se aprecian –los flashback sobre la infancia «western» de Jack– y hay demasiados finales –con un epílogo «de postal» en Marruecos– que se suceden sin hondura en un mensaje que la hermosa banda sonora de la época (Hendrix, Frankie goes to Hollywood, D.A.F.) no consigue devolver por el buen camino.

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(Traducción del italiano)

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