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PELÍCULAS Italia

Draquila, risas amargas en el Festival de Cannes

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“He gastado 200 millones en abogados y jueces”, proclama en televisión Silvio Berlusconi. Es su primer lapsus, la primera perla cómica del nuevo documental de denuncia de Sabina Guzzanti, cuyo título, elegido por los lectores de su blog, es Draquila – L’Italia che trema [+lee también:
tráiler
Entrevista Sabina Guzzanti [IT]
ficha de la película
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. No faltan los momentos cómicos, pero el núcleo de esta película es el terremoto que el pasado 6 de abril destruyó la ciudad de L’Aquila y dejó 308 víctimas mortales en toda la región, así como sus consecuencias políticas, económicas y morales.

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Empecemos por las primeras. Para el presidente del gobierno de Italia y sus problemas de popularidad, el terremoto fue, según Guzzanti, una bendición inesperada, “como si Dios le hubiese, una vez más, dado una mano”. ¿Qué mejor que esto para volver a lanzar la retórica del Presidente Obrero que se ensucia las manos trabajando? De este modo, mientras el centro histórico es secuestrado y sustraído a sus habitantes, se empieza a construir de la nada los “new town”, donde irán a parar los evacuados, tanto los que el Estado había enviado provisionalmente a los hoteles de la costa como los que, para no alejarse de sus hogares, prefirieron quedarse en las tiendas de campaña organizadas por la Protección Civil.

El Departamento de la Protección Civil, con su gestión pseudo-militar de los campos de evacuados, donde estaba prohibido reunirse, grabar vídeos, mostrar carteles o escritos e incluso beber café o coca-cola (“para no excitar a la población”), es otro de los grandes acusados del documental. En el banquillo de los acusados, su director, Guido Bertolaso, aliado de Berlusconi y cuyo nombramiento como ministro se ha visto frenado en el último instante por otro terremoto, aunque en este caso político, causado por los sobornos y los escándalos sexuales.

Renunciando casi por completo al protagonismo que ostentaba en Viva Zapatero! [+lee también:
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, Guzzanti prefiere investigar, con el ritmo vertiginoso de los documentales de denuncia, los aspectos más sórdidos de la Protección Civil, que en principio está destinada a la gestión de catástrofes y emergencias pero que en cambios se ocupa de visitas pastorales, acontecimientos deportivos y cualquier otro gran evento que mueva dinero, para lo cual no se duda en esquivar la normativa vigente sobre concursos públicos. Además, Guzzanti deja que cuenten sus experiencias los afectados por el seismo, tanto los que ven en Berlusconi al “único hombre que hace milagros” como los que tras las promesas ven el estilo mentiroso de campaña electoral.

En los márgenes de la historia, como en las grietas de los edificios dañados y reforzados por estructuras que “ya no sirven para nada”, brotan las tragedias personales (el padre que antes de la sacudida tranquilizaba a sus hijos, que perecieron dos horas después) y el ridículo colectivo. Los escombros de una ciudad que podrían ser los de toda una democracia. Aunque la opinión pública italiana ya conoce (quizás) los hechos y nombres mencionados por Guzzanti, quién sabe qué efecto conseguirán en el público de todo el mundo que podrá ver la cinta cuando sea presentada en el Festival de Cannes tras su estreno en Italia el 7 de mayo.

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(Traducción del italiano)

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