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PELÍCULAS / CRÍTICAS

L'autre monde

por 

- Una misteriosa espiral y deseos peligrosos en el segundo trabajo como director del guionista francés Gilles Marchand. Una perturbadora obra presentada fuera de concurso en Cannes en 2010

En su segundo largo como realizador, L'autre monde [+lee también:
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, el excelente guionista Gilles Marchand vuelve a tratar el tema del verdugo y la víctima como en Qui a tué Bambi? (también presentado fuera de competición en Cannes en 2003), así como su atmósfera de penetrante inquietud, combinándolo al mismo tiempo con el ambiente de soleadas vacaciones en el sur de Francia. Se está aquí a medio camino entre el Cuento de verano de Rohmer (se ve de nuevo a Melvil Poupaud, pero esta vez en un papel maléfico y es Grégoire Leprince-Ringuet que interpreta al joven Gaspard) y los meandros inciertos de un Mulholland Drive en versión cibernética, ya que Marchand basa una gran parte de este trabajo sobre fascinantes imágenes de síntesis cuidadosamente realizadas por Djibril Glissant.

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El deslizamiento, precisamente, entre los dos mundos de la película, se opera progresivamente. La película comienza con la imagen de las risas de adolescentes felices, en particular, una bonita pareja formada por Marion (Pauline Étienne) y Gaspard que se están besando. Es entonces que los enamorados ven un teléfono móvil abandonado que los conduce sobre la pista de un misterio pero al parecer tan inofensivo como una investigación del “Club des cinque”. Una cita en una capilla, un vuelta por un almacén de bricolaje, un paseo bajo el canto de las cigarras… La aventura parece detenerse allí cuando los ladridos de un perro les permite interrumpir un suicidio y salvar a la muchacha, Audrey, interpretada por una Louise Bourgoin tan frágil como fatal cuyos riñones tatuados que bañan en las aguas fluorescentes de una piscina nocturna ya dieron que hablar, después de su papel muy diferente de Adèle Blanc-Sec.

Gaspard, a pesar de sus buenos sentimientos, se siente como bruscamente atrapado por el fantasmal mundo virtual del juego en línea “Black Hole” (“agujero negro”) donde Audrey parece alimentar, bajo el pseudónimo de Sam, un extraño deseo de muerte. La perfidia de este mundo paralelo atormentado por la música de M83, cuyos personajes encubiertos recuerdan el carnaval infernal creado por Kubrick en Eyes Wide Shut, es, en efecto, para esta última, un sereno “paraíso” (es la palabra “Heaven” que está tatuada en la parte baja de su espalda), un lugar, donde no se ríe.

En Cannes se mencionó la relación de tema entre esta película y la holandesa R U There [+lee también:
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. Sin embargo, la habilidad de Marchand radica en superar la reflexión sobre el mundo real contra el mundo virtual - se ve por otra parte que el diálogo en línea no es más que el reflejo de los párrafos de la vida real. Si el realizador opta totalmente por los métodos modernos (temática y técnicamente) es para evocar los oscuros recovecos del deseo y su eterno poder de seducción, incluso sobre un chico como Gaspard. No se revela qué oscuro pacto está detrás de este peligroso espiral y quién es el esclavo o la presa de quién; este misterio tendrá, sin ninguna duda alguna, a un numeroso público sin aliento al estreno de la película.

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(Traducción del francés)

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