13/11/2002

Indagar en el vasto mundo de los documentales es una empresa cada vez más difícil. Hay tanto material, tantas ideas, tantas ganas de contar... Interfilm, un festival internacional dedicado a los cortometrajes, ha decidido poner un poco de orden. Dirigido por Heinz Hermanns, el evento, que va por su 18a edición, se llevó a cabo entre el 5 y el 10 de noviembre.
Un concurso con más de cien obras que iban desde los dibujos animados hasta el formato digital, desde el compromiso político (con un bonito corto realizado por el belga Nouli Lanners, Muno, conmovedora historia de un reportaje sobre un trágico episodio de racismo) hasta el documental, pasando por cortos más tradicionales de pequeñas historias con finales sorprendentes. Afortunadamente, el efecto “chiste” (esa pequeña broma que termina en una risa consoladora y satisfaciente) no fue dominante como muchas veces sucede.
Los premios fueron para el holandés Systse Kok con The Chinese Wall (un corto sobre la soledad y los errores en los que caemos cuando sólo confiamos en lo que vemos), el alemán Oliver Held con Jump (en el que el ordenador interviene para relatar lo que la realidad no puede mostrar) y un corto australiano, The Heisenberg Principle, de Christopher Jones.
Pero Interfilm no fue sólo un concurso. También este año el festival intentó explorar en la situación de algunas cinematografías, concentrándose en Israel, Francia, Polonia, Rumania y la República Checa, países, estos tres últimos, que tienen hoy un cine muy activo y con los que –gracias a la ampliación de la Unión Europea- pronto tendremos que contar, compartiendo historias, sensibilidades y modalidades productivas.
La producción italiana recibió particular atención, con una selección hecha por el Instituto Italiano de Cultura en Alemania a cargo de Claudia Tommasini (con la ayuda de Alessandro Maresca), presencia ya constante en Interfilm, pues desde hace cinco años el Instituto se empeña en mostrar las obras más interesantes que se realizan en Italia.
Trece cortos, realizados con las técnicas más distintas, desde la animación de Little Numba de Daniele Lunnghini y Diego Zuelli hasta Il mare di sotto, trasposición de la leyenda de Colapesce dirigida con estilo neorrealista por Sandro Dioniso (que acaba de terminar su primer largometraje: La volpe a tre zampe), pasando por la sátira surrealista de Bbobbolone y de I paladini della Santa Provvidenza, dirigido por Gianluca Sodaro, también él de vuelta de su primer largometraje: Cuore scatenato.

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