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PELÍCULAS Italia

Un giorno della vita, soñando con Truffaut y Tornatore

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Con poco presupuesto pero grandes ambiciones debuta en el largometraje a sus 50 años Giuseppe Papasso, que con Un giorno della vita [+lee también:
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ficha de la película
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rinde homenaje sobre todo a Los 400 golpes, de François Truffaut, pero también a Tornatore e incluso Guareschi. Esta producción de GFG Production, que será distribuida por Iris Film con unas treinta copias a partir del 14 de enero, se remonta a un pasado (en concreto, noviembre de 1964) que era el escenario de la disputa entre Don Camillo y Peppone, de la muerte del líder del Partico Comunista Italiano Palmiro Togliatti y de la llegada en medio de una gran polémica de La dolce vita a los cines.

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En la región de Basilicata, el pequeño Salvatore (encarnado por el debutante Matteo Basso, de doce años) está enamorado del séptimo arte, que su tosco padre Pietro (Pascal Zullino), tan pobre como comunista, no ve con buenos ojos. Mientras intenta adoctrinar al pequeño en el conflicto entre proletarios y burgueses, este no deja de soñar con indios y vaqueros, con Maciste y los gladiadores, hasta que termina con sus huesos en un reformatorio a causa de un pillería digna del mismísimo Antoine Doinel: un robo en la sede del Partido Comunista para comprar un proyector cinematográfico.

El reparto, completado por actores experimentados aunque dados a trabajar con directores nóveles como Alessandro Haber, Ernesto Mahieux y Maria Grazia Cucinotta, no consigue anular la ingenuidad – en el guión, en la puesta en escena e incluso en la interpretación – que evita que la película sea la “fábula sobre el cine y un mundo que ya no existe” que quería el director. Como dice Papasso, "1964 fue un año interesante por muchos motivos, no sólo por el funeral de Togliatti, sino también porque se veían las primeras mujeres en topless, porque se celebró el Concilio Vaticano y porque se dio la mayor expansión de las salas parroquiales”.

Todos estos elementos están presentes en la película, así como el difícil y muy actual diálogo entre política y cultura, que el reivindicativo Haber subraya: “Para salvar la cultura habría que hacer algo impactante, como quemar un teatro o un cine para salvar el resto”.

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(Traducción del inglés)

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