email print share on Facebook share on Twitter share on LinkedIn share on reddit pin on Pinterest

CANNES 2011 Quincena de los realizadores-FR / BE

La Fée: una invitación a viajar

por 

Bajo un manto de evasión y de risa, en la mejor tradición del cine burlesco, ha comenzado hoy la Quincena de los realizadores del 64° Festival de Cannes con la coproducción franco-belga La Fée [+lee también:
crítica
tráiler
entrevista: Dominique Abel, Fiona Gordon
ficha de la película
]
, de Fiona Gordon, Dominique Abel y Bruno Romy.

Tras El iceberg [+lee también:
tráiler
ficha de la película
]
(en sección paralela en San Sebastián en 2005) y Rumba [+lee también:
crítica
tráiler
entrevista: Charles Gillibert
entrevista: Dominique Abel y Fiona Gor…
ficha de la película
]
(en la Semana de la Crítica de Cannes en 2008), el trío de directores, dignos herederos de Charlie Chaplin, Harold Lloyd, Buster Keaton, Mack Sennet o incluso Jacques Tati, ofrece en La Fée un trabajo de gran riqueza creativa, una obra intemporal de funambulismo poético para la que no dejan nada en el tintero (disfraces estrambóticos, coreografías delirantes, persecuciones incesantes, coincidencias perfectas...) y encadenan graciosos gags y efectos especiales artesanales, con la ingenuidad voluntaria del cine mudo. Los tres cineastas e intérpretes no resultan solamente tres payasos con talento y transgresores: su película desliza, también, en sordina, la metáfora de un mundo contemporáneo inundado de soledad, rutina y premura, donde los humanos sueñan con lo extraño, con el amor, la ayuda mutua o incluso la inmigración clandestina.

(El artículo continúa más abajo - Inf. publicitaria)

El hada que da título a la cinta es Fiona. Fiona entra en la vida de Dom, una especie de marginado social que no habla apenas y que trabaja de vigilante nocturno en un hotel de la ciudad portuaria de Havre. Su entrada en escena anuncia claramente el color (“soy un hada y usted tiene derecho a tres deseos”) y el flechazo comienza con la ingestión del tapón de una botella de ketchup que Dom traga por equivocación al comer un bocadillo. Fiona logra que no se ahogue empleando un método tan sorprendente como hilarante: un increíble masaje tántrico, después del cual desaparece. El reencuentro está programado 48 horas más tarde en un café administrado por un Bruno Romy con menos vista que un topo. Tras numerosas peripecias y obstáculos por sortear, el camino de nuestros dos héroes se cruzará con los de un cliente anglófono del hotel (y de su perro) y de tres inmigrantes clandestinos africanos que sueñan con llegar a Inglaterra. Todos terminarán por formar un grupo de artistas extraordinarios, fuera de la ley y en continua huida de una policía ridiculizada.

La Fée explota al máximo el arte del cine mudo, los recursos de la paleta corporal y el impacto visual de las situaciones (y de los pictóricos decorados naturales que ofrece Le Havre): es clave el uso excepcional de los accesorios (scooter, tumbona, atuendos...) y la escena del parto es especialmente divertida. Fugas de la escuela, caídas por las escaleras y por el barranco, zigzagueo de un vehículo que transporta a los inmigrantes ilegales en el maletero y en cuyo capó sufre un bebé olvidado, explosiones de un depósito de gasolina... El amor subversivo de Fiona y Dom no conoce descanso, pero como apunta una canción de la película, este “barco vagabundo” que se desliza como una improvisación de jazz ofrece a los espectadores un refrescante paréntesis de sueños, felicidad, placer y locura en una “tierra en la que abandonamos todas nuestras preocupaciones”.

(El artículo continúa más abajo - Inf. publicitaria)

(Traducción del francés)

¿Te ha gustado este artículo? Suscríbete a nuestra newsletter y recibe más artículos como este directamente en tu email.

Privacy Policy