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PELÍCULAS Reino Unido

Meryl Streep encarna con maestría a La dama de hierro

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Uno piensa en Margaret Thatcher y recuerda a Bobby Sands, muerto durante la huelga de hambre en la prisión de Long Kesh en 1981; el cierre de las minas y la huelga indefinida, reprimida con dureza en 1984; los desordenes de inicios de los años 80 en toda Inglaterra mientras Maggie bailaba el vals con su amigo Ronald Reagan; la guerra de las islas Malvinas; los motines contra el impuesto per cápita de principios de los 90; las medidas contra la homosexualidad… También cabe pensar en la hija de un tendero de Lincolnshire que entró en la Cámara de los Comunes británica en 1959 y se convirtió en la única mujer del Reino Unido que ha ocupado el cargo de primera ministra, durante nada menos que once años; una líder del partido conservador que levantó la economía de su país; un modelo para todas las mujeres en política… Depende del punto de vista histórico-político.

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Mucho de todo esto hay en La dama de hierro [+lee también:
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, biopic dirigido por Phyllida Lloyd (Mamma mia! [+lee también:
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) y protagonizada por la candidata al Oscar Meryl Streep. Sin embargo, la película no adopta un punto de vista. Su ambigüedad no es el único motivo por el que puede atacarse. Las críticas por la elección de construir la película con el flujo de recuerdos de una mujer derrumbada por la demencia senil han sido numerosas.: desde el primer ministro británico, David Cameron, hasta el asesor en el ámbito de relaciones públicas de Thatcher, Tim Bell, que ha definido la película de “basura”, pasando por los primeros espectadores, algunos de los cuales lo han calificado como “un biopic aburrido con una vieja alucinada que toma el té mientras habla con el marido muerto”.

La dama de hierro abre el telón precisamente en la era actual, con los 86 años cumplidos de una mujer (segunda nominación al Oscar a los maquilladores Mark Coulier y J. Roy Helland por su trabajo en el rostro de Meryl Streep) que escapa de la vigilancia, compra mantequilla en una tienda sin que la reconozcan, vuelve a casa y habla con el marido Denis (encarnado por un excelente Jim Broadbent), fallecido ocho años antes. El reencuentro recuerda la esquizofrenia que padecía el matemático John Nash, que veía a un compañero de habitación imaginario en Una mente maravillosa (2001), de Ron Howard.

Maggie empieza a firmar una pila de libros para sus fans, pero se equivoca y escribe su nombre de soltera: Margaret Roberts. Es entonces cuando regresan los recuerdos. Una joven de familia modesta que llega a la universidad de Oxford, se casa con un exitoso hombre de negocios y da a luz a dos gemelos a los que dedicará pocos cuidados por su dedicación a la política. Primero es diputada; luego, ministra de educación, líder del partido conservador, admirada y temida por sus colegas y odiada por los laboristas. En una frase del socarrón marido reside todo el significado de la película: “no excaves demasiado; no sabes lo que podrías encontrar”. “Solo quería mejorar este mundo”, parece justificarse Maggie, casi al final de la película.

No hay un solo momento en que la controvertida cinta sorprenda al espectador; no obstante, el guión de Abi Morgan (Shame [+lee también:
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) dispone de una joya en la interpretación de Meryl Streep, que no es más que “una americana haciendo de Helen Mirren”, como se ha comentado en un blog. Streep ha descubierto a la dama de hierro que tiene dentro de sí misma y refleja a la perfección el sentimiento de pérdida de la ex primera ministra y confiere toda la humanidad posible a una figura pública detestada, al tiempo que muestra la arrogancia y el egoísmo de un ser humano en perpetua búsqueda de algo que lo hiciera entrar en los anales de la Historia.

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(Traducción del italiano)

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