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PELÍCULAS / CRÍTICAS

Atomic Age

por 

- Dos jóvenes en la noche parisina protagonizan la ópera prima presentada en Panorama en la Berlinale y ganadora del premio Jean Vigo.

67 minutos dura el primer largometraje de Héléna Klotz, que tras proyectarlo en el festival Premiers Plans de Angers ha sido invitada a la sección Panorama de la 62ª Berlinale. Atomic Age [+lee también:
tráiler
entrevista: Héléna Klotz
ficha de la película
]
es una película atmosférica que protagonizan dos jóvenes a la deriva durante una noche que empieza como una prometedora salida nocturna por París y termina al alba en el bosque con la estampa de los dos personajes inseparables caminando cada uno por su lado en dirección a un destino desconocido.

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Aunque Victor (Eliott Paquet), locuaz y descarado, y Rainer (Dominik Wojcik), más silencioso y protector, a caballo entre un joven Werther y una figura fassbinderiana (el imaginario de la directora está parcialmente inspirado en los años ochenta), son felices juntos y tienen grandes expectativas en el futuro, se percibe desde el principio una inquietud melancólica que da color a sus diálogos, pronunciados de forma un tanto mecánica, como si fueran monólogos teatrales que los convierten en una especie de representación beckettiana para adolescentes. Con varios lingotazos de alcohol barato en el cuerpo, Victor y Rainer entran en un local nocturno. Allí Victor busca a una chica imaginaria que lo espera sin saberlo. El trance es breve, sin embargo, y, de pronto, los pícaros protagonistas se ven en la calle, donde Victor acepta un “duelo” con un fardón rico y agresivo (Niels Schneider, cuyos rizos rubios ya vimos en Los amores imaginarios, de Xavier Dolan) y luego confiesan a un gorila que están convencidos de que van a morir.

París, custodiada por la luz giratoria de una Torre Eiffel que aquí parece más un mirador amenazante, se convierte en un espacio cada vez más hostil en el que los niños dan rienda suelta a sus angustias y lamentos como si llevasen toda su vida a cuestas y estuviesen en remisión condicional. De un espacio sospechoso a otro por su aventura onírica y nocturna, los dos protagonistas siguen siendo unos niños en permanente situación de búsqueda en mitad de la sombra y el punto de interrogación que son sus vidas. L’Âge atomique da cuenta de la penumbra de este momento de transición en la vida y le confiere su carácter enajenado, bello, esperanzador e incómodo. Nos hace, parafraseando las palabras de Rainer, “volver a la noche”.

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(Traducción del francés)

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