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CANNES 2013 Un Certain Regard / Francia

Grand Central: una dosis de amor y otra de energía nuclear

por 

- Léa Seydoux y Tahar Rahim viven un complicado romance bajo una amenaza nuclear. Después del éxito de Belle épine, Rebecca Zlotowsky presenta su segundo largometraje en Un Certain Regard

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(premio Louis-Delluc a la mejor ópera prima de 2010), Rebecca Zlotowsky lanzó al estrellato a la actriz francesa Léa Seydoux en la Semana de la Crítica. Ambas mujeres han vuelto al festival de Cannes en la selección Un Certain Regard con Grand Central [+lee también:
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: historia de un romance contaminado por la polémica de la energía nuclear y la amenaza que se cierne sobre sus precarios trabajadores. Los empleados de la subcontrata viven en caravanas enclavadas junto a las centrales. A una de estas comunidades, Gary (Tahar Rahim), un joven trotamundos y activo, llega en busca de algo de dinero y, si cabe, una familia. Pronto conoce a Gilles (Olivier Gourmet) y a Toni (Denis Menochet), dos adultos que llevan tiempo allí y que lo acogerán bajo su techo hasta que Gary queda prendado de Carole (Léa Seydoux). Carole y Toni están a punto de casarse pero la joven mujer terminará cediendo a un arriesgado romance con su amante.

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Desde que se anunciara esta producción de Frédéric Jouve para Les Films Velvet, la atracción mediática del tema obligó a mantener en secreto la trama para evitar las presiones de los lobbys por la energía nuclear de Francia. La cinta era una fuente de inquietud. La propia directora ha unido sus fuerzas, como viene siendo habitual, con Gaëlle Macé para redactar el guion, inspirado en La Centrale, un libro de Elisabeth Filhol que conmocionó al país al documentar las condiciones de vida de los trabajadores del ámbito nuclear en Francia, antes incluso de la catástrofe de Fukushima. La historia de amor es original de la película, pero podemos disociar esta relación envenenada de los efectos devastadores de la central nuclear, protagonista total del relato. A imagen y semejanza del corazón del reactor nuclear, el corazón de los personajes tiene grietas y la radiación, invisible y nociva, contamina la comunidad. El paralelismo entre la intriga y su marco confiere su poderío al film, apoyado, por otra parte, en una hábil fotografía con múltiples desorientaciones focales. A medida que Gary siente los efectos de «la dosis», la cinta ralentiza su ritmo y se nubla a veces para reforzar ese aspecto de tierra de nadie. Este lugar marginalizado tiene sus propias reglas y la doble transgresión (amorosa y profesional) es el eje en torno al cual gira el guion. Rebecca Zlotowsky no escatima en símbolos para acentuar la mística del relato: el más evidente es la manzana, aunque también hay varias referencias a la serpiente bíblica. La música también es un elemento esencialmente atmosférico. 

Los actores encarnan a personajes creíbles y bien perfilados. Aunque su hostilidad es menor que la de su entorno físico, este los penetra y los habita con insidia. Todo el mundo sufre «la dosis». Aunque a Grand Central le cuesta terminar de echarse a la carretera y tiene un final vagamente luminoso a nivel un tanto inferior con respecto al resto de la obra, al espectador no le cuesta extrapolar que el inevitable final del camino para los personajes es funesto e inminente.

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(Traducción del francés)

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