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BERLINALE 2014 Forum

Berlinale: Daughters, dos vidas en el vacío

por 

- Esta producción alemana, presentada en la sección Forum del festival de Berlín, expresa de manera contenida el inefable dolor que provoca la pérdida de un hijo o la falta de amor de una madre

Berlinale: Daughters, dos vidas en el vacío

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tráiler
ficha de la película
]
, su tercer largometraje de ficción cinematográfica, seleccionado en la sección Forum de la Berlinale, Maria Speth aborda con calma un tema de lo más sensible como es la falta de amor por parte de una madre y la tristeza que produce el fracaso de una relación entre una madre y su hija. Speth, además, lo hace de la manera más conveniente, esto es, sin evocarlo a través de las palabras sino mediante un sentimiento de vacío. La frialdad que se desprende de la cinta impacta ya desde las primeras imágenes: una joven indigente recostada en un talud cerca de una carretera y lanzando vituperios en la niebla, una mujer rubia sola en un aeropuerto en el que parece desorientada, una morgue en la que se diseca el cuerpo de una joven. El modo empleado por Speth, el silencio y el dolor que uno se traga, en solitario, conmoverá sin duda a los espectadores que han vivido experiencias similares; los otros no podrán dejar de apreciar su inteligencia y su sobriedad pudorosa. 

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La narración gira en torno a la relación entre Agnes, una profesora de literatura de buen vestir que acude a Berlín para identificar el cuerpo de una joven desconocida y que decide quedarse en la metrópolis para ver si su hija se encuentra en una situación de peligro y precariedad parecida, e Ines, una joven artista vagabunda sucia y ordinaria que se topa con Agnes mientras ésta va por la capital escrutando cada silueta femenina. No se aprecian, no se comunican realmente, pero a medida que sus caminos converjan (Agnes se siente obligada a alojar a Ines en su habitación de hotel y a alimentarla; Ines husmea en las maletas de Agnes y toma prestada ropa),llegarán a sorprenderse mutuamente y a tocar, por momentos, fibras sensibles e íntimas de la otra, impulsadas por sorprendentes puntos en común y la constatación que hace Agnes de que Ines, también, es hija de alguien. 

No por ello, sin embargo, nos sentiremos reconfortados: la directora se mantiene fiel a lo largo de toda la película al desarrollo de su propósito de partida. Esta elección ofrece escenas profundamente melancólicas y bellas (como aquella en la que la madre se toca el rostro e imagina el de su hija o esa otra en la que el cuerpo cubierto de arcilla de Ines, a la que vemos a menudo desnuda, se despega lentamente de un fresco en movimiento compuesto por pedazos de mujeres jóvenes, en vida o convertidas en estatuas) pero el frío se mantiene implacable. Cuando los caminos de la madre sin la hija y de la joven desatendida se vuelven a separar, ambas caen, inmediatamente, en el anonimato del que provenían, como dos siluetas abandonadas en la multitud. 

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(Traducción del francés)

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