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CANNES 2014 Un Certain Regard

Mil noches, una boda: la noche no se acaba

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- CANNES 2014: Una ópera prima conmovedora y auténtica abre una prometedora carrera del joven trío de realizadores franceses

Mil noches, una boda: la noche no se acaba

“Cuando pertenecemos a la noche, vivimos allí en donde bailamos» y Angélique ha vivido un poco en todas partes, en la zona de las discotecas de striptease y otros clubs para hombres, instalados en la frontera entre Francia y Alemania. Con sesenta años, agotada a causa de su modo de vida, Angélique se prepara para alejarse de la calle al casarse con un cliente regular, el buen Michel, del que ella no está realmente enamorada. Ayudada por sus cuatro hijos y sus amigas y colegas, prepara una boda que le provoca un miedo al vacío al enfrentarla con una nueva rutina que no conoce. Es el día y la noche, y Angélique, siempre se ha sentido mucho más viva a la luz de los neones de colores que a la del sol.

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(Party Girl) se basa en la verdadera historia de Angélique Litzenburger (la gran estrella desconocida de la película) escrita sobre una idea de su hijo, Samuel Theis, también actor, interpretándose a sí mismo, y codirector junto a sus amigas de hace tiempo Claire Burger y Marie Amachoukeli. Unidos por una sensibilidad común, este trío de directores entrega un primer largometraje que conmueve por su autenticidad y las tangibles vivencias de sus personajes, en su mayoría interpretados por actores no profesionales. Flirteando a veces con el documental, la película se construye bien como una ficción que atestigua no uno, sino tres nuevos talentos en el cine francés. Sea por su escritura fuerte y natural, su puesta en escena desnuda y sensible o la certeza de su dirección de actores, Mil noches, una boda no se hace nunca demasiado. Nos dejamos fácilmente llevar por la historia de Angélique, una mujer tan compleja como carismática, que revienta literalmente la pantalla sin artificios o la exhuberancia generalmente asociada a su profesión. Es justo a través de su pudor donde Angélique atrapa nuestros sentimientos, sin que la dirección lo limite. Mil noches, una boda no es nunca obscena, sino simplemente la historia de una mujer que lleva dolores y remordimientos, pero también los sueños de una vida entera, que tiemblan como la llama de una vela casi consumida por completo. Invitándonos a su intimidad, los autores consiguen cambiar nuestra percepción del personaje. Angélique no tiembla, baila, y su llama no será menos bella mientras ella rechace apagarla, brillando en una noche de esas que no se acaban nunca.

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(Traducción del francés)

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