08/10/2014 - Varios directores de cine rumanos, incluido el ganador del Oso de Oro de la Berlinale, Călin Peter Netzer, alzan la voz públicamente contra la política del Centro del Cine de su país

Un grupo de cineastas rumanos han puesto en tela de juicio públicamente las actividades del Romanian National Film Center tras la polémica suscitada por los resultados de su convocatoria de ayudas, anunciados la semana pasada. Călin Peter Netzer, ganador del Oso de Oro de la Berlinale en 2013, recibió una ayuda inferior a lo estipulado por la normativa del Centro, mientras que Anca Damian, autora de Crulic, camino al más allá [+lee también:
crítica
tráiler
entrevista: Anca Damian
ficha de la película], perdió su subvención tras una controvertida decisión del consejo de la institución. 

Según las reglas, el nuevo proyecto de Netzer, Ana, mon amour, habría debido recibir una subvención equivalente al 20% de su presupuesto, dado que quedó en primera posición de la lista de seleccionadas tras la evaluación del guión, y de la trayectoria anterior tanto del director como de su productor. Sin embargo, en lugar de 675.000 euros, el proyecto sólo recibió 360.000, tras lo que la productora Parada Film ya ha anunciado que apelará la decisión en el Ministerio de Cultura de Rumanía. 

Damian también protestará en las oficinas del Ministerio por habérsele negado la subvención, a pesar de que su proyecto Moon Hotel Kabul quedase segunda en la convocatoria de ayudas para largometrajes de ficción. El consejo de dirección del Centro decidió no considerar los puntos técnicos obtenidos tras el éxito de Crulic, puesto que la cinta es un documental. En un comunicado de prensa, la directora recuerda que en la convocatoria de ayudas para documentales, que repartió unos 375.000 euros entre ocho proyectos, sí se tuvieron en cuenta estos puntos técnicos aun cuando procedían de haber realizado previamente trabajos de ficción.

Directores de renombre como Adrian Sitaru, Marian Crişan, Gabriel Achim, Paul Negoescu y Bogdan Mustaţă han redactado cartas públicas en las que cuestionan la objetividad de la institución. Además de la total falta de transparencia del Centro a la hora de comunicarse con los miembros de la industria cinematográfica (y con la prensa, podemos añadir), los cineastas advierten de la estrecha relación que mantienen algunos miembros del comité de evaluación, seleccionados todos ellos en secreto, y los equipos de trabajo que se encuentran tras los proyectos beneficiarios de las ayudas.

Otra decisión controvertida del Centro de Cine Rumano fue el rechazo de un largometraje dirigido por el ucraniano Sergei Loznitsa y producido por la empresa de Cristian Mungiu, Mobra Film. El proyecto fue descualificado porque el director olvidó borrar su nombre en la documentación de la película que presentaron, lo que va en contra de una de las reglas más discutidas del Centro.

(Traducción del inglés)