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ROMA 2014 Cinema d’Oggi

We are Young. We are Strong: odio racial sobre los escombros del muro

por 

- El segundo largometraje del director germano-afgano Burhan Qurbani cuenta la rebelión xenófoba que tuvo lugar en agosto de 1992 en Rostock (Alemania oriental)

We are Young. We are Strong: odio racial sobre los escombros del muro

El 24 de agosto de 1992, tres años después de la caída del muro, la ciudad de Rostock (Alemania oriental) fue escenario de un asalto de nutridos grupos xenófobos y neonazis en un edificio que albergaba a cientos de inmigrantes que solicitaban asilo político. Aquel triste acontecimiento pasó a la historia como “la noche del fuego”, expresión de la degeneración y la intolerancia de algunas esferas de la población de un país que acababa de reunificarse a pesar de sufrir una enorme pobreza, es el eje en torno al cual gira la segunda película del director germano-afgano Burhan Qurbani, cuya ópera prima, Shahada [+lee también:
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, volvió del festival de Berlín de 2010 con un premio.

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, estrenada a escala mundial en la sección Cinema d’Oggi del 9° festival internacional de cine de Roma, abarca una duración narrativa de 24 horas y presenta en un blanco y negro refinado y al trasluz de sofisticados movimientos de la cámara, las horas previas a los sanguinarios enfrentamientos de aquella noche a través de la mirada de sus tres protagonistas: Stefan, de 17 años de edad, uno de los líderes de la revuelta; su padre, Martin, político local dividido entre la ética y la ambición, y Lien, niña vietnamita que vivía con su familia en uno de los alojamientos incendiados.

Stefan (Jonas Nay) forma parte de un clan de “jóvenes fuertes” sin perspectivas de futuro ni brújulas, convencidos de que todo estaba mejor antes y de que, bajo la admiración hacia Hitler, identifican al extranjero como el enemigo que hay que abatir. La política se muestra impotente y dividida, prueba de lo cual es el rostro petrificado de Martin (Devid Striesow), que cuando estalla la revuelta se encierra en casa, explicando la desorientación de un mundo en el que, parafraseando a Gramsci, lo viejo muere y lo nuevo todavía no ha nacido: esto es, el momento en que aparecen los “monstruos”. El monstruo, en este caso, es una sociedad en plena crisis de identidad, frustrada por no saber cómo afrontar este nuevo desarrollo, incapaz de distinguir y tutelar a personas de buena voluntad que, como Lien (Trang Le Hong), luchan por labrarse una vida trabajando con honradez y amor por Alemania más que por su patria de proveniencia, por mucho que no puedan cambiarse una por otra.

La atmósfera es tensa, la jornada transcurre con la conciencia, compartida por todos, de que algo terrible está a punto de ocurrir, y con la oscuridad y la revuelta, estalla también el color. “He usado el blanco y negro para poner los hechos en una perspectiva histórica”, explicó el director; “en la última parte, cuando estalla la rebelión, el color nos traslada al presente, porque lo que se describe es un acontecimiento que tuvo lugar en un lugar y en un momento precisos pero que podría haber ocurrido en cualquier lugar y también en la actualidad”. La policía desaparece durante dos horas en las que la multitud aprovecha para entrar en el edificio y devastarlo. “No entendí qué sucedió realmente”, admite Qurbani; “por este motivo precisamente hice la película”: para mirar al monstruo a la cara, comprender de dónde viene y reaccionar para que no vuelva a suceder.

 

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(Traducción del italiano)

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