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INDUSTRIA Francia

Definiendo las nuevas reglas del juego

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- Frente a la urgencia de los actores globales, la industria cinematográfica francesa pasa a la ofensiva en la noción de país de destino

Definiendo las nuevas reglas del juego
© Julien Attard

Hoy Netflix y YouTube, mañana la HBO u otros: el aumento de poder en el mercado europeo de nuevos servicios de difusión de cine ha hecho entrar el (muy sólido) modelo cinematográfico francés en una espiral que puede generar serios desequilibrios a largo plazo muy fácilmente. Un tema visto con lupa durante los 24os Encuentros Cinematográficos organizados por la ARP en Dijon, que han colocado bajo los focos la reglamentación actual que, a nivel europeo, se basa en el principio del país de emisión, lo que permite a los gigantes de Internet liberarse de las reglas que tienen que ver con la competencia y los temas fiscales, pero también con la obligación de apoyo a la creación y a la exhibición de las obras.

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Reclamando un trato justo, los distribuidores y financieros del séptimo arte en Francia abogan por un sistema que se base en el consumo medido en el país de destino. "Se dice a menudo que estos agentes son huidizos. ¡Pero en absoluto!" ha explicado Rodolphe Belmer, el director general de Canal+ (piedra angular de la financiación del cine en Francia). "La difusión en Internet es física. Netflix y YouTube tienen el punto terminal de su red en París. Hace falta definir las obligaciones y la tributación con respecto a estas infraestructuras físicas”. Esta medida fácil de implantar técnicamente y que ha provocado la unanimidad entre todos los participantes del debate en Dijon (especialmente Vincent Grimond de Wild Bunch) debe ahora tratarse en el ámbito de la Unión Europea. Según Frédérique Bredin, la presidenta del CNC, la cuestión de estos "gigantes que juegan que juegan con la optimización fiscal concierne a todo el mundo". Francia y Alemania están ya reaccionando e Italia está a punto de unirse al movimiento. Un debate crucial se anuncia por ello sobre este tema, el del consumo en el país destinatario y no en el país de origen, una inversión de la lógica actual que será vital para la preservación de las industrias cinematográficas y audiovisuales europeas en una revolución digital que vuelve a las redes más porosas, tendiendo a desplazar el poder económico hacia la parte inferior de la jerarquía y complicando la regulación (leer el análisis prospectivo deNicolas Colin sobre "Las industrias culturales tras la revolución digital").

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(Traducción del francés)

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