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CANNES 2015 Quincena de los Realizadores

Las mil y una noches, volumen 3: el encantado: Scheherazade y los pinzoneros

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- CANNES 2015: El hermoso recorrido en tres etapas en que Miguel Gomes ha embarcado al público de la Quincena de los Realizadores concluye con un himno primero grandioso y después tierno y conmovedor al pueblo portugués

Las mil y una noches, volumen 3: el encantado: Scheherazade y los pinzoneros

Tras los dos primeros volúmenes de su tríptico inspirado en Las mil y una noches, compuesto, recordémoslo, de hechos reales que dan cuenta de la situación de pobreza actual en Portugal ("rehén de una política de austeridad caracterizada por una ausencia total de sentido de la justicia social") pero que son narrados como cuentos absurdos, en ocasiones alegóricos y siempre muy divertidos, Miguel Gomes ha presentado por fin al público de la Quincena de los Realizadores a la hermosa Scheherezade (Crista Alfaiate) que nos habían prometido. Después de El inquieto [+lee también:
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y El desolado [+lee también:
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, una farándula de estupideces desatada que, en su última fase, se volvía enormemente realista, Las mil y una noches, volumen 3: el encantado [+lee también:
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comienza con los gestos graciosos y vivos de una bailarina de bharata natyam, ese arte indio cuya esencia, narrar, coincide perfectamente con el propósito de Gomes.

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Así que, con paso ligero y acompañados por el tintineo de juguetonas campanillas y los reflejos tornasolados de maravillosas telas, entramos en este nuevo capítulo de la saga gomesiana para pasearnos con la esposa que supo encantar al cruel sultán en una Bagdad fabulosa y colorida en la que resuenan mil leyendas y otros tantos relatos, quién sabe cuáles falsos y cuáles verdaderos, históricos o presentes… pues el lúdico director portugués no renuncia a jugar ni con el contenido ni con la forma, desgranando estos cuentos mientras la pantalla recoge todas las letras de la narración. No es que no encontremos aquí el registro mudo de Tabú [+lee también:
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entrevista: Miguel Gomes
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: en El encantado, los bailes se suceden a los cantos y los diálogos juguetones que intercambia la hija del visir con su pueblo, bajo un sol radiante, a la orilla de un mar centelleante que recuerda un poco a Bahía, mientras que, justamente, al otro lado de mundo, un cantante de country americano relata su propia saudade. Conocemos a los niños curiosos que interrogan en francés e incluso a Paddleman (Carloto Cotta), un procreador formidable, hermoso como el día y tonto de remate... Este capítulo, que hace vernáculo el terreno de lo hierático, es un homenaje estupendo al pueblo de Scheherezade, que hay que leer como una respuesta a la recomendación de su padre, el gran visir, según la cual hay que estar "atentos" a los niños, "maravillas del mundo".

De regreso a Portugal, para la segunda parte de la película, seguimos esta vez a una pequeña y discreta comunidad integrada por mediación de Chico Chapas, que encarnaba al Simão sin tripas, el cabrón en fuga del volumen 2 (asesino, justamente, no sólo de su mujer sino también de su hija), si bien aquí se interpreta a sí mismo, es decir, a un pinzonero. "Cuarenta años después de la revolución de los claveles, una comunidad de hombres hechizados se dedicó a enseñar cantar a sus pájaros", relata Scheherezade, cuya narración sigue apareciendo en pantalla. Estos aficionados, herederos del fervor de una tradición flamenca y habitantes todos ellos de unas chabolas reunidas en Boavista (Lisboa) dedican, en efecto, su tiempo y su energía a formar a pinzones para que sean capaces de crear el mayor número de cantos posible en un tiempo cronometrado. Estos pinzones deben "estudiar" mucho rato para llegar al resultado esperado; pero cuando el maestro consigue hacer de su pinzón un campeón, cuando consigue "regresarlo", como dicen (lo que es posible hacer en nuestros días también creando cantos por ordenador y pasándolos por mp3), basta sólo "calentar al pinzón" para que cómodamente pase de un "tatatachew" e un "rataratachew" con el que hacer los mejores CDs. Para ello, sin embargo, se necesita mucho cuidado y mucho de esa famosa "atención" de la que hablaba el visir.

En Gomes, esta emocionante minucia se convierte en una expresión del alma de Portugal, de esa belleza y esa fuerza interior que le hacen seguir avanzando, pobre pero digno, a lo largo de los campos de amapolas, de viñas bajo el sol y, también, de la Croisette...

El tríptico Las mil y una noches es una coproducción entre Portugal, Francia, Alemania y Suiza. Su agente de ventas internacionales es The Match Factory.

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(Traducción del francés)

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