10/09/2015 - VENECIA 2015: La esperada ópera prima del portugués João Salaviza ha ofrecido una gran cantidad de hipnóticas imágenes en el Lido

Una figura masculina yace en una cama. Una tenue luz cae sobre su espalda desnuda mientras se escucha el sonido de un ventilador, moviéndose de izquierda a derecha y de derecha a izquierda. La primera de muchas imágenes brillantemente construidas del director portugués João Salaviza introduce al espectador en el meticuloso mundo visual de Montanha [+lee también:
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entrevista: João Salaviza
ficha de la película]. 

Tras haber hecho una notable entrada en el mundo del cine al ganar la Palma de Oro en Cannes 2009 con su cortometraje Arena, al que le siguió el Oso de Oro de la Berlinale 2012 por Rafa, su primer largometraje se estrena en la Mostra de Venecia durante la Semana Internacional de la Crítica. No hace falta decir entonces que las expectativas eran muy altas en cuanto a lo que este prometedor cineasta luso presentaría como su primer largometraje. Ha vuelto a trabajar con el director de fotografía up Vasco Viana, también responsable de la imagen en sus premiados cortometrajes. 

Son los planos de Viana los que cuentan de verdad la historia de David, interpretado por David Mourato, un joven adolescente que rechaza el hecho de que su abuelo vaya a morirse de manera inminente. Las imágenes ya muestran la ausencia del abuelo, ya que nunca podemos ver al hombre que inicia todas estas acciones llenas de apatía, descritas como una especie de “movilidad del estancamiento” en una larga secuencia de una escena en unos coches de choque. David, su mejor amigo Rafael (Rodrigo Perdigão) y la chica que les gusta a los dos, Paulinha (Cheyenne Domingues), simplemente matan el tiempo, al igual que la película. Las composiciones visuales encuadran la historia, así como a los personajes, ya que la mayoría de ellas están limitadas de una manera u otra por marcos de puertas que oscurecen el punto de vista, o incluyendo objetos que son pocas veces mostrados en su totalidad. Lo mismo pasa con los lazos personales: mientras las conversaciones que tienen lugar en la familia o en el círculo cerrado de amigos muestran ambas partes en pantalla, la conexión con los de fuera parece rota, como por ejemplo el profesor, al que nunca se le ve aún teniendo impacto directo en la conciencia de David. 

La relación entre la cámara y los protagonistas es potente, y confirma la intención del director: “En Montanha, quizá más que en mis otros trabajos, conseguí una conexión que sentí muy profundamente, entre la cámara, como vehículo para la observación, y los cuerpos en frente de mí, que están cambiando constantemente”. Cuerpos en todas sus formas, medio desnudos en el calor del verano lisboeta, se mueven delante de la cámara y merodean de forma íntima en las camas. 

Carloto Cotta, que protagonizó recientemente Tabú [+lee también:
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entrevista: Miguel Gomes
entrevista: Miguel Gomes
ficha de la película] de Miguel Gomes, y también el corto ganador de la Palma de Oro de Salaviza, interpreta el papel del padre de la hermanastra pequeña de David. Tiene una breve aparición como otro miembro de la familia con quien los lazos también están rotos, pero que intenta ganarse otra vez el afecto de los hijos. Al mencionar una analogía entre su propio desarrollo y la adolescencia de David, Salaviza caracteriza su ópera prima como el “final de su adolescencia cinematográfica”. Lucha por el afecto del espectador, pero como siempre, cuando uno quiero algo tanto, no es seguro que vaya a pasar.

Esta coproducción entre Francia y Portugal está vendida al extranjero por Pyramide International.

(Traducción del inglés)