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SAN SEBASTIÁN 2015 Competición

El rey de La Habana: lejos de la postal

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- SAN SEBASTIÁN 2015: El mallorquín Agustí Villaronga vuelve con una dura adaptación de la novela homónima de Pedro Juan Gutiérrez, rodada en Santo Domingo pero con actores cubanos

El rey de La Habana: lejos de la postal
Maykol David en El rey de La Habana

Cuando uno desembarca en Cuba, puede esquivar la realidad de la isla cobijándose en un resort europeo de Varadero. Pero si el visitante desea conocer La Habana profunda, debe armarse de valor para, callejeando por zonas ruinosas, sumergirse en la miseria apabullante de sus barrios. De allí se sale cambiado: lo que uno ve, escucha y respira queda muy lejos de las idílicas fotografías de los catálogos que te ofrecen las agencias turísticas. Agustí Villaronga, que ya nos empapó de la Cataluña post bélica y nauseabunda en Pa negre [+lee también:
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(nueve Goyas y Concha de Plata a la mejor actriz para Nora Navas en San Sebastián 2010), nos invita con El rey de La Habana [+lee también:
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, estrenada mundialmente en el 63° Festival de San Sebastián, a esa inmersión en la miseria que muchos no quieren ver –y otros prefieren que no observemos– de la fascinante y tremenda isla caribeña.

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Para ello, ha tomado la novela del mismo título de Pedro Juan Gutiérrez y la ha adaptado aportándole algo de su retorcida mirada, pero sin el atrevimiento ni la originalidad de sus ya lejanos Tras el cristal, El mar o El niño de la luna, como quien acepta resignado un encargo de su productora, Luisa Matienzo. El film se abre con unos títulos de crédito animados que nos preparan para algo cercano a la alegría de vivir y la risa, pero las primeras escenas ya nos desconciertan, pues muestran muertes violentas con una ligereza tal que parece llevarnos por un relato picaresco donde el humor tendrá tanto peso como la tragedia. Esa indefinición será constante a lo largo del metraje, y la consiguiente sucesión de agresividad y podredumbre borrará de nuestro rostro todo posible intento de sonreír. Además, sus protagonistas no logran caernos bien, aunque entendamos sus desesperadas acciones por sobrevivir en un mundo tan hostil.

Pues El rey de La Habana sigue los pasos de Reinaldo, un muchacho que se escapa de un correccional y deambula por la isla a finales de los noventa: allí aprovechará los dones genitales que la naturaleza le ha regalado para tener sexo con una señora, convivirá con una mujer que se prostituye con ancianos y mantendrá algo parecido a un idilio con un travestí vecino. Esa algarabía sexual, no exenta de celos, es uno de los ingredientes más celebrados de este retrato salvaje y descarnado de la marginalidad y la amoralidad.

Esta coproducción entre España (Pandora Films y Tusitala) y República Dominicana (Esencia Films), cuyas ventas promueve Filmax International, no se pudo rodar en Cuba por la negativa de sus autoridades (leer más). Pero el resultado dista mucho de ser una película accesible y comprensible, pues esa sucesión de episodios miserables, rodados con excesiva brusquedad y suciedad, acaban saturando y provocando el efecto contrario al deseado: sólo sentimos cansancio ante la contemplación ininterrumpida de degradación, hambre y picardía, sin un respiro para el humor, como en un principio se nos prometía. Eso sí, hemos conocido la realidad profunda de Cuba, aunque rodada en una isla vecina, pero con actores de perfecto acento habanero.

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