27/10/2015 - Lo nuevo del holandés David Verbeek, programado en la selección oficial de la Festa del Cinema di Roma, es un viaje alucinatorio a caballo entre la realidad y la ficción

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ficha de la película], un viaje en la mente de un piloto de drones que, protegido por la pantalla de su ordenador, mata a un enemigo que se encuentra a miles de kilómetros de distancia. Presentada a concurso en el último festival de Toronto y vista en la selección oficial de la 10ª Festa del Cinema di Roma, la película de Verbeek es un descenso a unos infiernos hipertecnológicos poblados de fantasías, pesadillas y sentimientos de culpa de la mano de un fabuloso protagonista, el francés Grégoire Colin (35 tragos de ron [+lee también:
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ficha de la película], La vida soñada de los ángeles) y de una puesta en escena sensorial e hipnótica.

¿Hasta qué punto se percibe como un acto real la siembra de la muerte a través de un monitor? Ivan es un operador militar que controla los drones americanos en Afganistán y Pakistán desde su base en Nevada, desde donde da caza a terroristas. Mata sentado en un ordenador, protegido de todo peligro, guiado a través de un auricular por una voz que cada vez que centra un blanco le confirma con frialdad: “contact”. Vive solo en un apartamento blanco y aséptico; en su tiempo libre, va en moto y frecuenta los clubs de strip tease. Allí conoce a Cindy (Lizzie Brocheré), el único ser humano con que lo vemos socializar o por lo menos intentarlo. Un día Ivan, por equivocación, dispara contra una escuela. El acontecimiento, aparentemente, no repercute en su labor (“seguí órdenes”, dice) pero constituirá un punto de inflexión en su vida.

El film se divide en tres partes distintas: después de la primera, apenas descrita, nos metemos en una especie de pesadilla en la que Ivan, desnudo, entre las rocas, regresa a una suerte de estado primitivo, hace fuego, come cangrejos y explora cavernas. Un viaje alucinatorio en la mente del protagonista y en los mismos lugares en que se esconden los terroristas, donde, por primera vez, Ivan mirará a los ojos a su enemigo. En la tercera parte, Ivan ha cambiado de vida; trabaja en la revisión de equipajes en un aeropuerto francés. Entabla amistad con una compañera que tiene el mismo rostro de Cindy y va a clases de full contact bajo la batuta de Al Zaim (Slimane Dazi). Así se prepara para una importante pelea en el ring, donde entrará en contacto físico con su adversario: un progresivo acercamiento a la realidad y al tacto de la sangre que lo llevará hacia una pacificación interior.

“Con mi cine trato siempre de capturar el espíritu de un tiempo. Cuando oí hablar por primera vez de los pilotos de drones, tuve la sensación inmediata de que su difícil relación con la pantalla tenía que ver con todos nosotros”, afirma Verbeek. “Ésta es una película que tenía que hacer y podía hacer solamente entrando en la mente traumatizada del protagonista”. Una cinta no lineal, por tanto, y bastante fascinante que deja al espectador con dudas pero, sin duda, nunca indiferente.

La holandesa Lemming Film ha producido Full Contact en coproducción con la croata Nukleus Film. Gestiona sus ventas internacionales Bac Films.

(Traducción del italiano)