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SEVILLA 2015

C’est l’amour: huyendo del naturalismo

por 

- El veterano pero siempre juvenil Paul Vecchiali estrena en Europa su última travesura: un film que, como toda su heterogénea filmografía, desafía convencionalismos, estilos y corrientes narrativas

C’est l’amour: huyendo del naturalismo
Astrid Adverbe y Pascal Cervo en C’est l’amour

En la primera proyección en el viejo continente de C’est l’amour [+lee también:
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, que anoche tuvo lugar dentro de la sección oficial fuera de concurso del XII Festival de Cine Europeo de Sevilla -“la ciudad más bonita del mundo”, según Paul Vecchiali-, el cineasta recordó cómo en un festival de Cannes recibieron a Bresson con un largo aplauso antes de la exhibición de una de sus películas, pero cuando acabó la misma sólo este ex crítico de cine seguía en la sala. Algo similar aconteció anoche en uno de los patios de butacas más grandes del Nervión Plaza, epicentro de este certamen: las deserciones se fueron multiplicando según avanzaba un film que, como está demostrando la retrospectiva dedicada al maestro francés que estos días se está disfrutando aquí, no circula por los cauces cinematográficos habituales y estandarizados, lo cual exige al espectador un esfuerzo y un despojamiento de prejuicios tales que puede desconcertar e, incluso, irritar. Aun así, quienes sí se quedaron a paladear íntegramente este desafío de un director poco conocido en España pudieron transitar por los sorprendentes vericuetos de su peculiar e impulsivo universo, fruto de una libertad creativa absoluta.

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C’est l’amour se abre con el propio Vecchiali hablando a cámara, introduciendo el tema del film, que como su título indica, no es otro que el de la pasión... o el miedo a extraviarla. Luego conoceremos a Odile (encarnada por Astrid Adverbe, quien repite con este iconoclasta hombre de cine tras Nuits blanches sur la jetée [+lee también:
crítica
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ficha de la película
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), que intuye la infidelidad de su marido y decide vengarse entregándose a Daniel, un actor que convive con un militar retirado tras recibir un disparo en una pierna, pues también se busca por todos lados... y no siempre se encuentra.

Un humor refinado recorre este film donde el espectador es parte activa: en dos ocasiones, Vecchiali muestra un mismo diálogo entre dos personajes, poniendo la cámara fija primero en uno, luego en el otro... para que el espectador haga el montaje a su antojo. Asimismo, vacía el final de conclusiones para que seamos nosotros quienes elijamos entre las distintas explicaciones que escuchamos.

Con la colaboración de Noël Simsolo -a quien se dedica el film- en un guion escrito por Vecchiali, quien también se auto produce a través de su compañía Dialectik junto a Shellac Sud, C’est l’amour se abre con unos títulos de crédito escritos con sangre lacerante y a modo de tren que pasa, desgrana unos diálogos con frases para enmarcar (“Puedo llegar a aceptar que me engañes, pero no que me mientas”), contiene escenas musicales sensualmente liberadoras y emplea colores intensos de recargado simbolismo.

Estrenada ya en Argentina y Brasil, se rodó con cámaras digitales en mayo de este año y, tras su contemplación, como asegura Vecchiali, “el espectador se va con deberes a casa”: por eso puede resultar tan desconcertante como rabiosamente moderna y, sin duda, osadamente transgresora.

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