13/11/2015 - El documental de Saeed Taji Farouky y Michael McEvoy nos recuerda los defectos del periodismo occidental

Parece increíble que el mes pasado se cumplieran 15 años de la invasión de Afganistán. Quizás es porque las horrendas imágenes de los atentados del 11S están todavía grabadas a fuego en nuestra memoria, mientras que los años de ocupación que vinieron después han pasado a una velocidad inverosímil. El conflicto, en todo caso, sigue asolando la región, y esto es, indudablemente, algo sobre lo que merece la pena reflexionar.

Por ello, considera esta pregunta: ¿cuándo fue la última vez que encontraste un análisis de la invasión de Afganistán desde la perspectiva de los habitantes del país? De hecho, ¿has oído a un afgano narrar su experiencia alguna vez —sin contar grabaciones de dos minutos retransmitidas en los telediarios—? Ese es precisamente el lado del conflicto que Michael McEvoy y Saeed Taji Farouky han tratado de explorar en su rigurosa y poética cinta Tell Spring Not to Come This Year [+lee también:
tráiler
entrevista: Saeed Taji Farouky
ficha de la película] (coproducción afgano-británica).

Como sugiere el título, este no es un documental ligero u optimista. Sin embargo, tampoco es un film que se acerque a la situación afgana con quebrantos innecesarios. Esta cinta, sencillamente, observa, relatando con firmeza y serenidad la brega cotidiana del Ejército Nacional Afgano. Para conseguirlo, los codirectores han filmado una compañía de armamento pesado que opera en una de las zonas más turbulentas de la provincia de Helmand;  en algunas escenas trepidantes en las que la cámara acompaña a estos hombres de guerra, el documental es especialmente satisfactorio.

Los méritos de la cinta no se deben a una dramatización o glorificación del sufrimiento; en su lugar, Tell Spring Not to Come This Year encauza un estilo refinado —lírico— que recuerda al ritmo expansivo y reposado de Timbuktu [+lee también:
crítica
tráiler
ficha de la película], de Abderrahmane Sissako. Y, como ya hiciera este film de ficción, los directores logran capturar la esencia de otro clima y otra cultura, para a continuación devolvernos la pelota a los espectadores. En efecto, este documental se comporta en muchos aspectos como una obra de ficción, y ello, de alguna manera, contribuye a provocar una impresión más realista o fiel con respecto al lado emotivo de lo filmado.

Tal impresión se ha conseguido, sobre todo, a través de numerosas escenas de gran esteticismo y mesura que recurren con frecuencia a la cámara lenta y a primeros planos estáticos de las personas, despertando en el espectador la sensación de estar inmerso en una experiencia que va más allá de los hechos. Es más, sustentándose sobre una sólida mezcla de grabaciones de audio privadas, la cinta realiza su propósito: dar voz a los que todavía luchan por la paz, y hacerlo de una manera bella y placentera. El film prescinde completamente de planos convencionales de gente siendo entrevistada, así como de narraciones con voz en off, lo cual oculta de forma efectiva la presencia del director. Por todo ello, esta es sin duda una cinta esencial para los que estén interesados en la evolución del documental de vertiente estética.

Es del todo fascinante observar a estos hombres apesadumbrados tratando de darle sentido a la guerra. Este film nos hace percibir las divisiones que existen en el frente en Afganistán de una manera impensablemente lúcida. Ya sean entre el ejército, la policía o los talibanes, los conflictos que aparecen en pantalla —tan cargados de pólvora como de dialéctica— nos enseñan muchas cosas. No importa que lo que se cuestionen estos hombres sea la lealtad a EE.UU. o la lealtad a su propio ejército, o que lo que presenciemos sea un choque de religiones, ideologías, culturas o desesperaciones: Tell Spring Not to Come This Year demuestra ser, a todas luces, un testimonio crucial.

Sabatour Sales representa la película, mientras que Soda Pictures se encarga de su distribución en Reino Unido.

(Traducción del inglés)