04/12/2015 - Entre los directores que critican las consecuencias de la nueva ley antiterremotos se encuentra Cristian Mungiu

Cuatro cines de Bucarest ya han suspendido sus actividades debido a una nueva ley que prohíbe la celebración de actos públicos en edificios con riesgo de sufrir terremotos. Aunque Bucarest no tiene un problema de escasez en relación a las salas de cine, si lo comparamos con otras ciudades y pueblos de Rumanía, esta ley tiene consecuencias muy serias para la comunidad cinematográfica, ya que estos viejos cines son prácticamente los únicos lugares de la capital dónde se pueden realizar festivales y proyecciones de películas rumanas y europeas.

El director Cristian Mungiu, ganador de la Palma de Oro en Cannes, y la productora Ada Solomon , ganadora del Oso de Plata, se encuentran entre los portavoces que han denunciado la indiferencia de las autoridades rumanas a la hora de cerrar estos cines sin ofrecer una alternativa viable o, al menos, una estrategia clara para abrir nuevos teatros destinados a la producción artística en Bucarest.

Hoy mismo, Mungiu ha enviado una carta al nuevo ministro de Cultura, Vlad Alexandrescu, preguntándole cuándo se iba a tratar al cine –posiblemente la mejor baza cultural con la que cuenta Rumanía a nivel internacional-  con la atención y respeto que merece por parte el gobierno. “¿Qué debemos hacer para convertirnos en una prioridad?", pregunta Mungui, que ya ha luchado contra la desastrosa situación de la distribución cinematográfica en las provincias de Rumanía, dónde cientos de cines han sido reconvertidos en bares, clubs y tiendas, dejando a muchos pueblos sin una sola pantalla.

“En 2007, al ver que no podía mostrar la película con la que había ganado la Palma de Oro porque no había salas donde proyectarla, organicé una caravana de cine –como en los orígenes del mismo- y viajé a través de todo el país. Esperaba que mi iniciativa se convirtiese en un ejemplo y que las autoridades comprendiesen la situación y tomasen medidas (…) No podemos compensar la falta de infraestructuras ni la falta de iniciativa por parte del gobierno”, como expresa Mungiu en su carta, terminando con un amargo: “No es justo”.

(Traducción del inglés)