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BERLINALE 2016 Forum

The Yard: itinerario de un poeta desaparecido

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- BERLÍN 2016: La nueva película de Måns Månsson retrata la espiral de la pobreza en una sociedad capitalista moderna en la que lo humano pasa a un segundo plano

The Yard: itinerario de un poeta desaparecido
Anders Mossling en The Yard

Durante los créditos de comienzo del film sueco The Yard [+lee también:
tráiler
ficha de la película
]
, proyectado en Berlín en la sección Forum, suena una orquesta mientras que los nombres de los participantes aparecen, pequeños, en una pantalla negra, y es que es una pequeña gran historia la que nos cuenta aquí Måns Månsson, una historia humilde y triste que es la crónica austera de la deshumanización cotidiana. En efecto, la espiral de la precariedad en la que se ve envuelto el antihérore sin nombre (cuyo abatimiento y soledad son interpretados por el actor Anders Mossling con una convicción desgarradora) nos recuerda a millones de invididuos —con sus vidas, sus familias, sus almas— que, como él, se ven reducidos a cifras y a la necesidad de sobrevivir.

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Descubrimos a un personaje que desde el principio es minúsculo, en la sala demasiado grande donde lee sus tristes poemas ante un público tan reducido que sentimos pena por él. Entonces, cuando hemos terminado de escrutar, en busca de un residuo de esperanza, la cara de este escritor y crítico literario desencantado, buceador amateur, que ha puesto fin a lo que le quedaba de carrera para dejarse hundir en el pozo sin fondo de la miseria, la apabullante imagen inicial se ve correspondida por los amplísimos planos en los que nuestro personaje, nº 11811, ya no es sino un punto entre la multitud de vehículos, todos idénticos, que esperan a ser embarcados en el puerto de Malmö, donde nuestro protagonista ha encontrado (gracias a una agencia llamada Dreamjob!) lo que su hijo adolescente llama "un trabajo de inmigrante".

Al principio, el protagonista, único sueco del grupo de trabajadores, encuentra la experiencia "interesante", pero la incredulidad que le inspira inicialmente este universo de fría indiferencia, con tabús tan innumerables que resulta casi grotesco (o simplemente inhumano), cede rápidamente el paso a la humillación, al igual que su comportamiento, inicialmente autopunitivo, cede instantáneamente el paso a la implacable crueldad del sistema, en el que él entra con el pantalón bajado (para la consulta médica) y por el que él va a ser destruido y engullido, como los otros. Ciertamente, en un primer momento, él cree descubrir todo un mundo, personas, compañeros de infortunio que a menudo han vivido cosas peores que él, pero lo que le queda de humanidad está destinado a desaparecer. En esta jungla de hielo en la que todos van en un mismo barco, el protagonista acabará acatando esas reglas que antes le parecían insólitas, y al hacerlo, renunciará por entero a sí mismo. Månsson, poniendo bajo el microscopio el viaje de 11811 —sin exageración, sin excesos de compasión—, logra captar el momento preciso en el que un ser humano deja de serlo, como todos los demás.

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(Traducción del francés)

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