18/02/2016 - BERLÍN 2016: Sergio Da Costa y Maya Kosa presentan en la sección Forum de la Berlinale su último documental, el conmovedor Rio Corgo

Tras su fulgurante estreno en el festival internacional de cine documental Doclisboa, donde ganó el premio Liscont al mejor documental portugués presentado a concurso, Rio Corgo [+lee también:
tráiler
ficha de la película] celebra la segunda etapa de su periplo festivalero en la sección Forum de la Berlinale.

Los suizos Sergio Da Costa y Maya Kosa, de origen portugués él, de origen polaco ella, formados ambos en la prestigiosa HEAD de Ginebra, hablan conmovedoramente bien de soledad y aislamiento tanto como de solidaridad y evasión a través del milagroso filtro de la fantasía en su último documental.

Silva es un vagabundo romántico que parece venir de otros tiempos, una improbable mezcla entre Don Quijote y el Lazarillo de Tormes. Su existencia está marcada por una mendicidad primitiva por las misteriosas tierras del norte de Portugal. Silva ha sido de todo: pastor, barbero, jardinero, payaso, mago y tantas otras cosas más pero ahora dice que ya no es nada, como si la vida lo hubiera abandonado poco a poco. No quedan más que sus pasos, cada vez más lentos y fatigosos, renqueantes por las callejuelas de un remoto pueblo portugués, adonde ha decidido ir a retirarse. Su “aura” de dandy mariachi refleja su universo interior, hecho de mitos ancestrales y tradiciones pasadas. Que no falten un sombrero ricamente borcado, las botas de cowboy y los mágicos anillos en sus manos: una especie de reflejo de su alma, signos tangibles de un pasado en que el vagabundo rey Silva brillaba en su reino imaginario.

Los habitantes del pueblo que ha escogido como refugio parecen no aceptarlo; sólo una chiquilla se siente atraída por sus historias fantásticas. Rio Corgo habla (también) de la herencia, de la necesidad de regalar la propia historia a quien pueda tratarla con respeto. Como la chiquilla, Sergio Da Costa y Maya Kosa se convierten en testigos de un pasado rico y misterioso que, gracias al cine, se vuelve indeleble. Su cámara sigue con empatía y afecto a un personaje que sabe que ha llegado al último tramo de la existencia y, como un animal herido, busca refugio en la naturaleza, una especie de cuna donde poder olvidar los problemas del presente. Sus visiones, sus crisis y los fantasmas del pasado aparecen como por arte de magia en la pantalla, en una especie de juego misterioso (y permeable) entre la realidad y la ficción. Silva es, en efecto, un personaje tan real como fantástico, como si su vida no fuera más que el fruto de sus propias fantasías. Su existencia, como un paseo infinito hacia el final, no fue más que un sucederse de aventuras surrealistas pobladas por criaturas intrigantes.

La así llamada “locura” se transforma en Rio Corgo en algo sublime, una zona franca donde el juicio del mundo ya no cuenta. Potente, impávido y, desde muchos puntos de vista, inclasificable, Silva aparece en la gran pantalla como portador de toda su complejidad y su fragilidad. Nuestra pareja de directores no busca en ningún caso dar una explicación a sus comportamientos imprevisibles; al contrario, lo inician una búsqueda de comprensión a través del cine. Rio Corgo es una adaptación cinematográfica de una vida, con sus altibajos, con sus inevitables momentos de exaltación y de racionalidad. Los elementos biográficos se emplean como base y apoyo vitales para relatar una historia que, gracias al cine, se vuelve grandiosa y eterna. Una película melancólica y catártica como la melodía de un fado.

Rio Corgo es una producción de la portuguesa O Som e a Fúria y la suiza Close Up Films, que, además, se ocupa de las ventas internacionales.

(Traducción del italiano)