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CANNES 2016 Competición

La chica desconocida: el camino de la curación

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- CANNES 2016: Los hermanos Dardenne ofrecen una nueva parábola social de una finura extrema sobre el tema de la responsabilidad individual

La chica desconocida: el camino de la curación
Adèle Haenel y Olivier Bonnaud en La chica desconocida

Jean-Pierre y Luc Dardenne ya no tienen nada que probar en el universo del séptimo arte y podrán dedicarse a descansar en sus laureles después de haberse alzado con dos Palmas de Oro, un Gran Premio, un galardón al mejor guion y dos premios a la mejor actriz en anteriores ediciones de Cannes. Pero esa actitud no va con los de Lieja y, sin desviarse un ápice de su profunda identidad de herederos contemporáneos del neorrealismo, los hermanos belgas sigue trabajando para perfeccionar la sobriedad de una transmisión narrativa cuyos mecanismos dominan a la perfección. Parafraseando a la joven médico de (gran) corazón, protagonista de su nueva obra, La chica desconocida [+lee también:
tráiler
Q&A: Jean-Pierre y Luc Dardenne
ficha de la película
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, proyectada a concurso en el 69º Festival de Cannes, "para hacer un buen diagnóstico, hay que ser más fuerte que sus emociones". Y aunque la superficie de oscuridad familiar y la parábola humanista centrada en el individuo a través de uno de los temas predilectos de los hermanos, a saber, la responsabilidad individual y su repercusión a mayor escala, podrían equivocadamente hacernos pensar que los Dardenne se quedan estancados a altas altitudes, su nueva película demuestra, al contrario, una sutilidad afilada en la invisibilidad de los artificios que se imbrican con total coherencia en el desarrollo de la narración y la autenticidad de los personajes: una osmosis que permite a los directores de tomar, a escala humana y con exactitud, el pulso de un mundo que sufre una peligrosa infección de almas que amenaza con su muerte en caso de inacción. Y quién mejor para encarnar esta radiografía, cuyos estratos de interpretación se frecen al libre albedrío del espectador, que un personaje de médico generalista que debe enfrentarse a la necesidad de saber si hay que limitarse a quedarse en su sitio bajo una etiqueta fácilmente identificada o si es preciso cruzar las fronteras tal y como aparecen definidas para apaciguar la propia conciencia e incitar la evolución de las demás. 

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"No me hago a la idea de que lo enterraremos sin conocer su nombre. Si no lo hubiera abierto, aún estaría con vida, como yo". A punto de terminar una sustitución de tres meses en el gabinete de Seraing antes de unirse al centro Kennedy (y progresar en su carrera), la doctora Jenny Davin (Adèle Haenel, que se funde con enorme facilidad en el universo de los Dardenne) se queda obnubilada por la imagen, obtenida por una cámara de seguridad, de una joven africana a la que no abrió la puerta, puesto que el periodo de consulta había terminado hacía una hora, aunque se encontraba en el lugar en su papel de practicante más experimentada que enseña las reglas de la distancia necesaria a una novata emotiva. Esta decisión fugaz adquirirá proporciones muy personales cuando el cadáver de la desconocida se descubra al día siguiente justo delante, al otro lado de la carretera. La policía le pide que identifique a la muerta. Jenny se siente culpable y se lanza a investigar por su cuenta a partir de la pista de otro paciente adolescente: una búsqueda a ciegas, intuitiva, en la que se chocará con la hostilidad, la negación y el malestar, lo que no le impedirá avanzar para destapar el silencio y tratar de liberar la verdad.

Apoyándose en la dimensión cotidiana profesional de un personaje joven totalmente dedicado a su oficio circulando por la ciudad día y noche (con sus consultas a domicilio y las urgencias) y echando mano de la carta del secreto médico para atraer las confidencias, los Dardenne bosquejan un cuadro de la alteración de la comunicación (sofrenada con telefonillos, tonos de teléfono incesantes) hasta bloquearla a veces totalmente (cuando los vínculos de confianza se ponen en tela de juicio por miedo o deseo instintivo de seguridad) y prescriben a los adultos un remedio al sufrimiento interno y a la vergüenza: asumir la realidad. Los niños lo ven todo y los dolores, una vez identificados, no calman más que por actos de curación que exigen la participación de los enfermos. "¿Por qué mandaría a la mierda mi vida si está muerta?", se pregunta un hombre, a lo que responde Jenny que, "si estuviera muerta, no estaría en nuestras cabezas".

La chica desconocida tiene como agente de ventas internacionales a Wild Bunch.

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(Traducción del francés)

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