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SEMINCI 2016

Las furias: camada maldita

por 

- El debut cinematográfico del aplaudido dramaturgo Miguel del Arco, que ha inaugurado la 61 Seminci, posee el halo mitológico de una tragedia familiar clásica

Las furias: camada maldita
Carmen Machi y Pere Arquillué en Las furias

Miguel del Arco ha sido actor en películas de Imanol Uribe (Bwana, Plenilunio), Manuel Gómez Pereira (Boca a boca) y Emilio Martínez Lázaro (La voz de su amo) antes de convertirse en el autor y director teatral mejor posicionado de la escena española: suyos son exitazos de las adaptaciones postmodernas de clásicos como El misántropo, De ratones y hombres y El inspector, entre otras muchas: hasta se atrevió con una polémica zarzuela de Chueca el pasado verano con la complicidad de otro kamikaze: Paco León, que la protagonizó. Esa constante revisionista de Del Arco –y su filiación teatral- queda patente en Las furias [+lee también:
tráiler
ficha de la película
]
, su opera prima como cineasta que abrió el pasado sábado la edición número 61 de la Seminci de Valladolid (leer la noticia).

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Pero ¿quiénes son esas furias del título del film? Dejemos que el propio director se explique: “Los griegos se inventaron esas figuras mitológicas para explicar todo aquello que se escapaba a su comprensión: son seres que se dedican a perseguir a quienes cometen algún crimen contra la familia. Personalizaban esas fuerzas malignas que en ocasiones volcamos contra la familia y que convierten en incomprensibles ciertos comportamientos de algunos de sus miembros”. Con esta aclaración-introducción se capta mejor el espíritu fatalista, trágico y mitológico de una película que ha intentado maridar lo mágico del teatro homérico con los conflictos de una familia del siglo XXI, algo que no siempre funciona armónicamente.

Desde las primeras imágenes, las furias aparecen como tres mujeres de gesto severo y atuendo anacrónico: obviamente, no son seres de este mundo… ni de este tiempo. A continuación conoceremos a la familia protagonista, comandada por un matrimonio maduro divorciado (José Sacristán y Mercedes Sampietro), él un antiguo actor que ahora padece demencia senil, ella una eminente psicóloga que emprende una nueva vida junto a una persona mucho más joven. Precisamente cuando la madre toma una decisión que afecta al futuro económico y al pasado emocional de sus hijos (Carmen Machi, Gonzalo de Castro y Alberto San Juan), éstos empiezan a comportarse como auténticos vampiros intransigentes, convirtiendo una reunión familiar en una pesadilla furiosa y egoísta.

Aunque el elenco a veces caiga en el histrionismo, alguna transición funcionaría mejor sobre las tablas que proyectada sobre una pantalla y esa aleación clásica-moderna pueda chirriar pedantemente, hay que reconocer la valentía de Del Arco para abordar el espinoso tema de la familia disfuncional metiendo el dedo a fondo en la llaga. Porque resulta peligrosamente fácil e incómodo reconocerse en esos hijos que fiscalizan la vida de sus progenitores mientras siguen chupando de las ubres maternas de una manera abusiva y cruel. También ese materialismo arrollador que nos posee queda retratado en los comportamientos de unos personajes que no practican la ética y modernidad que en otros exigen. Por no olvidar lo catártico que resulta airear los secretos y mentiras que todo hogar esconde bajo llaves no escritas. Ahí Las furias alcanza altas cotas  de emoción, análisis e interés, aunque una duración excesiva (el prólogo se extiende más de lo recomendable) y un final apoteósico pueda descolocar a todo público no familiarizado con la épica trágica. Por eso, quizás esta película no conecte con el público contemporáneo, por esa arriesgada doble personalidad que da la bienvenida al campo de la autoría cinematográfica a un innovador teatral que se ha atrevido a ampliar su horizonte creativo… con irregular resultado.

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