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BERLINALE 2017 Competición

Ana, mon amour: me matas, me haces bien...

por 

- BERLÍN 2017: Calin Peter Netzer firma una intensa exploración del ello profundo de una relación amorosa marcada por los trastornos mentales y en la que es difícil saber quién es el verdugo

Ana, mon amour: me matas, me haces bien...
Mircea Postelnicu y Diana Cavallioti en Ana, mon amour

Desde la primera escena de Ana, mon amour [+lee también:
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, reconocemos el estilo y la virtuosidad trabajada al extremo del ganador del Oso de Oro 2013 (por Madre e hijo [+lee también:
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).El rumano Calin Peter Netzer, que compite de nuevo en la Berlinale, nos brinda una obra extraordinariamente compleja que una vez más se apoya en unos diálogos de una intensidad apabullante. El guion de su último trabajo es incluso más tupido que el de su anterior film, pues la problemática se presenta con mucha menor precisión. Y ello es por una buena razón, ya que la cinta nos traslada al territorio inestable y poblado de sombras del sufrimiento psicológico, en el marco de una relación amorosa en la que la sempiterna depresión (la de Ana, Diana Cavallioti) y el “calvario” que atraviesa Toma (Mircea Postelnicu) son a un tiempo obstáculo y motor, hecho que se descubre progresivamente, mediante una serie de saltos al pasado y al futuro que reconstruyen de manera fragmentaria toda su historia común (más varios traumas familiares anteriores, origen de los problemas que se plantean en la cinta), todo ello a lo largo de una sesión de psicoanálisis que abarca todo el film y aureola la trama con una vaguedad interpretativa. 

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En consecuencia, Ana, mon amour es densa y alambicada por naturaleza, en la medida en que lo principal es dejar que hable el ello, la entraña de donde surge el dolor (la necesidad de la palabra, a través de la escritura automática, la confidencia íntima o la confesión, es el bordón obstinado que acompaña todo el primer acto), tratando de desenmarañar el caos de dinámicas humanas muy sutiles e inexorablemente indeterminadas —(inter)dependencia, entrega/egoísmo, culpabilidad, mentiras y engaños— a fin de encontrar un poco de sentido, sin perder de vista en ningún momento la idea de que cualquier teoría no será sino una lectura posible de los hechos, un relato subjetivo, como recuerda el excelente epílogo. 

Nezter nos deja deliberadamente frente a esta frondosidad, rechazando desde el prólogo cualquier tentación de confinar el subsiguiente relato en una perspectiva moral (al contrario que en Madre e hijo, que está construida sobre esta estrategia). Al final, como es natural, todo está abierto a discusión, ya que no hay verdad objetiva en los sentimientos y las relaciones (ni siquiera en los proverbios), aunque los personajes insistan incesantemente en la noción de “saber” o “no saber”. Con respecto a esa necesidad de complejidad que asume la película, algunas escenas y ciertos motivos (la religión, sobre todo) podrían quizás haber sido evitados o aligerados, pero la inteligencia del cineasta no deja de maravillar, entre otras cosas, por su manera radical de inscribirnos sin pudor en la intimidad de Ana y Toma, tanto en la cama como en la ducha —una falta de privacidad a la que Toma también es sometido, como en la escena en la que comparte la cama con su gordo suegro, en una calurosa noche de verano—. Como nada se deja al azar y todo es diabólicamente minucioso y deliberado (al contrario de lo que podríamos pensar), cada instante del film nos ofrece una revelación, una conexión, un toque maestro, más allá de todo lo que los personajes verbalizan. Pienso, por ejemplo, en la postura del confeso sobre las rodillas del sacerdote, o en los pequeños jadeos, de un carácter eminentemente sexual, de Ana tras su pseudo intento de suicidio, o la mirada de amor renovado hacia ella en que el realizador nos sitúa, unos minutos más tarde, a pesar de que ella pueda resultarnos insoportable, al mostrarla desde la perspectiva de Toma. Después de todo, Ana no es el eje central de Ana, mon amour

Producida por Parada Film (Rumanía), Sophie Dulac Productions (Francia) y augenschein Filmproduktion (Alemania), la cinta es vendida internacionalmente por la compañía alemana Beta Cinema.

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(Traducción del francés)

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