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CANNES 2017 Competición

Rodin: inversión de la jerarquía

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- CANNES 2017: Jacques Doillon elige el camino de la relación física en lugar de la creación para retratar la vida del famoso escultor interpretado por Vincent Lindon

Rodin: inversión de la jerarquía
Vincent Lindon en Rodin

"La jerarquía de los materiales es: el oro, después el bronce, la madera y por último la tierra. Pero yo invierto esta jerarquía. Para mí, la tierra es lo primero". El veterano Jacques Doillon, con su nueva cinta, Rodin [+lee también:
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, estrenada en competición en el 70° Festival de Cannes, ha preferido centrarse en la indivisible relación entre la obra y el artista, y podría hacer suyas estas palabras del famoso escultor. Porque en lugar de abordar un gigante como Rodin por el lado petrificante del biopic, el cineasta ha elegido el movimiento, la vida infundida en el arte que siempre amenaza con escapar, la carne y la arcilla insaciables, difíciles de alcanzar a través de la idea porque tienen una vida propia que el artista solo puede intentar coger al vuelo, como un ave de presa.

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Este es el epicentro de un proceso mentalmente solitario (y que sin embargo, paradójicamente,  se alimenta sin cesar de la observación y el abrazo de la realidad que le rodea), que se enfrenta a la obra en desarrollo, al que descubrimos por primera vez de espaldas, Rodin (interpretado por Vincent Lindon con la fuerza desatada a la que nos tiene acostumbrados). Nos encontramos en 1880, el escultor de 40 años acaba de recibir su primera orden de Estado: la Puerta del Infierno. A su lado, su aprendiz, Camille Claudel (una excelente Izïa Higelin en un complicado papel que ya han interpretado otras actrices) con la que mantiene un doble juego de instrucción y seducción que se acabará rápidamente, ya que se consumirá con el tiempo. Para Rodin (y para Doillon) la búsqueda de la esencia está en la materia viva (el artista hacía posar desnudos a sus modelos: "Quiero cuerpos convulsos, bocas jadeantes"). Al igual que le encanta acariciar  los árboles, el escultor amasa la arcilla e intenta defender su libertad de interpretación de aquello que es cierto ("Que se me permite hacer con mi corazón", "Nadie escucha, la belleza se encuentra en el trabajo"), una inclinación que el conformismo y el academismo ven con malos ojos ("Habéis reducido a Balzac a una masa amorfa", "Es una pesadilla impura") y que pesa en la existencia del artista que lucha contra los prejuicios para satisfacer los deseos de los patrocinadores ("Viste al modelo... Llegas tarde y no vas por buen camino") y su orgullo natural de creador.   

Jacques Doillon retrata al gran artista en acción, con una puesta en escena fluida y elegante, ofreciendo a la historia el sugerente espacio entre la vida privada de Rodin (la pasión y las múltiples complicaciones de su romance con Camille: la cómoda rutina con su compañera desde hace tiempo, Rose, interpretada con fuerza por Séverine Caneele) y su existencia intensa y solitaria interiormente con su "pueblo de estatuas". Y si lo comparamos con Victor Hugo, Claude Monet, Octave Mirbeau, Paul Cézanne y Rainer Maria Rilke, con el hilo argumental de una historia que recorre imperceptiblemente dos décadas, queda claro que Doillon utiliza las evocaciones para dar una mejor forma a la esencia, al corazón de la película: el sobrecogimiento del abrazo, del vértigo, de la pasión, del tormento y la muerte, y el eterno intento prometeico de encarnación terrestre de las fuerzas celestes y en el humano de las fuerzas de la naturaleza.

Producida por Les Films du Lendemain, Rodin se estrena hoy en las salas francesas de la mano de Wild Bunch que también se encarga de las ventas internacionales.  

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(Traducción del francés)

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