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KARLOVY VARY 2017 East of the West

Nina: crecer en el medio de un vacío

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- KARLOVY VARY 2017: El director eslovaco Juraj Lehotský vuelve a la competición East of the West con un frío retrato de la distancia emocional entre una niña y sus padres divorciados

Nina: crecer en el medio de un vacío
Bibiana Nováková en Nina

Las consecuencias del divorcio de unos padres en la vida de su hija de 12 años, narradas desde el punto de vista de la pequeña, es el tema alrededor del cual pivota Nina [+lee también:
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. El director eslovaco Juraj Lehotský ha presentado su nueva película en la competición East of the West del 52° Festival Internacional de Karlovy Vary, cuatro años después de haberla visitado con su anterior película, Miracle [+lee también:
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, y ya nueve después de su primer largometraje (el documental Blind Loves [+lee también:
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, seleccionado en la Quincena de los Realizadores 2008).

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Nina (la joven Bibiana Nováková) es, pues, una preadolescente cuya vida ha sido totalmente puesta patas arriba debido al divorcio de sus padres. Callada y reflexiva, ocupa su tiempo entre el colegio, sus competiciones de natación y, claro, los cambios de residencia, alternando los días que pasa con su madre con los días que pasa con su padre. Tras el divorcio, su madre (Petra Fornayová) trata de rehacer su vida con su novio austriaco (Josef Kleindienst), para desconcierto de la niña, que le pide que deje de hablar alemán, para que pueda entenderla. Su padre (Robert Roth), por su parte, es un solitario hombre que trabaja en una fábrica, a la que lleva a su hija de vez en cuando, y que no parece tener un interés especial en encontrar una nueva vida.

En cualquier caso, la actitud vital de los dos progenitores está radicada en la aflicción y en el dolor, en la incapacidad de ambos de mantener una relación cordial después de no haber conseguido ser felices juntos. Y en medio de ambos, en ese vacío emocional, nada Nina, presa de una indiferencia sentimental de la que no puede escapar. La película se impregna completamente de esta sensación, hasta niveles entumecedores incluso para el espectador.

La niña intenta salir del paso con las pequeñas cosas por las que sí puede profesar cariño, aunque solo sean sus construcciones hechas con pellets de madera de la fábrica de su padre, su colección de orugas, o sus fugaz imaginación. Tras haber vivido repetidos encontronazos entre sus progenitores, y demás sucesos dramáticos, Nina decide tomar las riendas de la situación de la única manera que puede: siendo responsable de sí misma (y desapareciendo voluntariamente).

Con el objetivo de captar esa situación sentimental de la película, la música de Aleš Březina juega un rol importante, aunque a veces demasiado excesivo. El guion del propio director y Marek Lešcák se estructura en base a pequeños momentos relevantes que van formando sólidamente la cinta, pero no puede evitar una sensación de abulia general que se habría beneficiado de una historia con mayor empaque u originalidad.

La película ha sido producida por Eslovaquia (Punkchart Films, Lehotský Film y Sentimentalfilm) y la República Checa (Endorfilm).

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