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MÁLAGA 2018

Crítica: I Hate New York

por 

- Juan Antonio Bayona produce el debut en la dirección de Gustavo Sánchez, un vibrante documental que retrata el underground neoyorquino a través de la peripecia vital cuatro valientes transexuales

Crítica: I Hate New York

No sorprende que los gemelos BayonaCarlos, músico, y Juan Antonio, director de éxitos como El orfanato [+lee también:
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, quien está a punto de estrenar la nueva entrega de la franquicia Jurassic World: El reino caído, su primera incursión en la industria de Hollywood- se hayan animado a apoyar, como productores ejecutivos, I Hate New York [+lee también:
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, ópera prima de Gustavo Sánchez (Úbeda, Jaén, 1978), pues el documental rezuma libertad, verdad y transgresión, cualidades que no abundan ni en el cine, ni fuera de él. Este film se ha estrenado mundialmente, dentro de la sección Málaga Premiere, de la 21 edición del Festival de Málaga – Cine en Español.

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Ya el título sacude al famoso eslogan que adorna camisetas, bolsas y gorras que portan los turistas que visitan la Gran Manzana: aquí no se ofrece un retrato complaciente, vistoso, fotogénico y entusiasta de la ciudad de los rascacielos, sino que la cámara pequeña, íntima, cercana y doméstica de Sánchez bucea en su oscuro subsuelo. Allí realizan su obra, desde hace décadas, personajes contra corriente que se atreven a ser lo que desean: sin convenciones, miedos o ataduras. Tras diez años filmando a esas criaturas nada irreales, el también periodista (jefe de prensa del festival musical Sonar, de Barcelona) ha seleccionado a cuatro de ellas: activistas transgénero de la cultura underground de la capital del mundo.

Así, su cámara acompaña a estas cuatro personas que son tratadas como una más, sin etiquetarlas, simplemente dejando que hablen, confiesen sus sueños y anhelos y plasmen su lucha por lograr su identidad: “lanzando misiles contra los estereotipos y prejuicios sociales”, según las propias palabras de Sánchez. Son Amanda Lepore, Sophia Lamar, Chloe Dzubilo y T De Long, personalidades intensas, apasionadas y profundas. También temas que han devenido tabúes, como el sida, son expuestos sin pudor en pantalla con ayuda de material de archivo al que ha recurrido el cineasta para ilustrar décadas del siglo pasado, cuando estas divas de la contracultura reinaban en la noche y la escena punk.

I Hate New York -que, según su responsable, no disimula estar influido por el  movimiento Dogma, el escalofriante y autobiográfico documental Tarnation (2003), de Jonathan Caouette, y la obra de John Cameron Mitchell (precisamente su Hedwig and the Angry Inch, que se estrenó en el off off antes de devenir película y, posteriormente, musical de Broadway, mostraba el lado menos glamuroso, incluso el fracasado, de la transexualidad)- huye de la frivolidad y el morbo para convertirse en un fiel espejo de un camino hacia lo más parecido a la revolución y a la salida del sistema establecido y lo políticamente correcto. Desnuda periplos vitales llenos de fe en un@ mism@ donde, como dice una de las protagonistas, “cada persona debe elegir sus propios dioses”, para desembocar en esa capital del mundo acogedora y cruel, competitiva y dura, pero donde todo es posible: esto último puede sonar a cliché, pero viendo este apasionante documental, protagonizado por personas que luchan por sobrevivir siendo ellas mismas, se puede corroborar.

I Hate New York, con banda sonora compuesta e interpretada por Arca y montaje de Jaume Martí, es una producción de Colosé Producciones, Silent Soundsystem y Gustavo Sánchez. Su distribución corre a cargo de la Agencia Freak.

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