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PELÍCULAS / CRÍTICAS

Sud Express

por 

- Si las películas son un viaje, Sud Express es la quinta esencia de este concepto

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ha sido larga, como el recorrido de este mítico tren. Hace cinco años Artimaña Producciones empezaba a mover un proyecto difícil de entender, cuyo género no estaba bien definido. La pregunta más frecuente de los analistas era: ¿se trata de un documental o de una película de ficción?

Bien, la pregunta lleva años abierta, y creo que nunca encontrará una respuesta. Sud Express se ubica en aquel segmento de películas que cada día tienen más éxito en Europa, que algunos llaman docufiction y que otros creen que son la radicalización del concepto de realidad ficcionada, como si el dogma y el documental se fundieran para dar vida a un nuevo genero.
Sud express, lejos de la estética pobre del dogma, lejos de la narración alejada del documental, lejos de la estructura dramática de las películas de ficción, es un conjunto de una hora y media de sorpresas que traspasan la pantalla.
De hecho, el proyecto Sud Express debería haber sido concebido por un director artie fuera del circuito comercial y alejado del mercado. Sin embargo el cine es tan inexacto como la vida misma, y Sud Express ha sido rodado por una prometedora pareja de directores, Chema de la Peña y Gabriel Velázquez, capaces de rodar documentales de creación muy art-house (De Salamanca a ninguna parte), para luego reinventarse en comedias descerebradas y taquilleras para el mercado nacional (Isi-Disi).
La historia arranca en Lisboa para movernos rápidamente a Paris y de repente mostrarnos la ruta de un tren mítico, el Sud Express, sobre un mapa de Europa, como si de un documental se tratara.
El Sud Express es el tren que conecta Lisboa con París, pasando por el norte de España, para entrar en Francia por Irún. Es un tren de largo recorrido, lento pero seguro, en cuyas carrozas viajeros de todo el mundo dejan su huella.
El Sud Express no tiene una sola personalidad, sino múltiples, como sus viajeros, que cambian según temporadas, zonas de origen e convicciones personales.
De la misma manera la película cuenta historias distintas: el inmigrante que viene de las colonias portuguesas en búsqueda del sueño de la riqueza europea; el magrebí que viene a España para ganar dinero suficiente para casarse con la francesa; la portuguesa emigrada a Francia que reencuentra su antiguo amor en Irún; la pareja de chicos de un pueblo del norte de España que quiere desviar la vía del tren y los hermanos portugueses, que llevan veintiocho años viendo pasar el mismo tren sentados en sus sillas tomando cafés. Todos ellos están unidos por el Sud Express, algunos lo viven, otros solo lo ven pasar, otros sueñan en ello un futuro mejor y otros sufren en sus sillones el fracaso de sus ilusiones.
Y como muchas veces ocurre en este mundo, lo sencillo encarna en sí los secretos de la vida: solo un tren, una vía y un fuerte estruendo que rompe con el silencio de las tierras que surca este velero de sueños y tradiciones.
Pese a los fallos técnicos que serán bien visibles para el público, Sud Express tiene los tintes de un proyecto maduro, razonado y producido con el corazón y la cabeza, una fusión extremadamente interesante.
Merece destacar una fotografía cuidada y de tintes a veces surrealistas, cuya temperatura cromática corresponde en cada minuto al calor o al frío del corazón de los personajes que viven su drama personal al lado o dentro de este mágico tren.

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