Solveig Anspach ha sido la protagonista de una maravillosa masterclass durante el Festival del Cine Francófono de Tübingen, en la que nos desvela muchas curiosidades, anécdotas y características de su carrera cinematográfica. Una de las principales peculiaridades que caracteriza todos sus trabajos es la constante presencia de figuras femeninas muy fuertes a las que dice sentirse muy cercana. “Creo que cada uno de nosotros tiene una historia que merece ser contada”, añade. A pesar de que se haya arriesgado siempre en diferentes géneros, hay un hilo conector que los une: la incesante oscilación entre el sufrimiento y la risa. También en su último largometraje el tema del luto se enfrenta con un tono de comedia al que se añade un cierto toque de calculado cinismo: “La vida es así, no es fácil, hay que tener sentido del humor”.

La receta para el éxito de sus películas es indudablemente la improvisación; le gusta elegir a actores profesionales y no profesionales, porque considera que es la vía correcta para llegar al imprevisto. Sus dos pasiones, los documentales y el cine, están relacionados con la empatía, pero si para los primeros es muy importante saber escuchar a las personas, entender sus gestos y sus silencios, en lo que se refiere a los segundos es fundamental empaparse de los personajes.

Además nos revela estar trabajando, junto a su inseparable colaborador Jean-Luc Gaget, en un nuevo proyecto, la continuación de Queen of Montreuil [+lee también:
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entrevista: Solveig Anspach
ficha de la película], intitulada L'effet aquatique. La película estará protagonizada por la poetisa islandesa Didda Jonsdottir, ya veterana de sus cintas, que Solveig revela haber encontrado casualmente en un bar, cuando estaba en plena búsqueda de protagonista para su nuevo proyecto Stormy Weather [+lee también:
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ficha de la película]. La vio y pensó: «Es ella, es la protagonista».