La muerte de un viejo amigo hunde a Slavko en un dilema. No está seguro de si él, un croata, debería acudir a un funeral en la parte musulmana de Mostar. Por un lado, siente que es su obligación; por el otro, teme una reacción hostil por parte de su propia comunidad. Su mujer está enfadada y a su hijo le repugnan sus monólogos convencionales.
El hombre tiene algo en común con la propia ciudad: está en conflicto consigo mismo y lo abruman las diferencias. Este estudio psicológico está basado en el hecho de que casi dos décadas después de la guerra, Mostar aún está dividida.