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Jean Denizot • Director

Venice Days 2013

Para su primer largo, The Good Life, el director Jean Denizot se ha inspirado en un caso real que conmocionó a toda Francia y se pregunta ¿qué es “la buena vida”?

mp4 (640x360) [24 MB]

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Entrevistamos en el Lido con el director francés, seleccionado en las Jornadas de los Autores junto con su primer largometraje: La belle vie [+lee también:
crítica
tráiler
entrevista: Jean Denizot
ficha de la película
]
(The Good Life).

Cineuropa: ¿Qué le llamó la atención de la historia real en que se basa La belle vie como para llevarla al cine?
Jean Denizot:
Oí hablar de lo que se dio a llamar el Affaire Fortin a finales del invierno de 2009. Me asombró que se pudiera desaparecer en Francia durante diez años con dos hijos. Cuando oí hablar a esos dos críos en la radio, parecían perfectamente educados, defendían a su padre con convicción e inteligencia y me pregunté cómo era posible que se expresaran de tal forma sin haber ido a la escuela en diez años. Luego, en el juicio, el padre salió absuelto. ¡Increíble !, me dije; eso significa que el juez estima que el padre ha hecho su labor de pedagogo. Evidentemente, es mucho más complicado que eso y esa fue la razón por la que quise contar esta historia sobre lo que, en resumidas cuentas, es un secuestro. Pronto dejé de interesarme en la historia real y en sus detalles para tomarlos más bien como un punto de partida para contar otra cosa. De hecho, mi película empieza donde los hechos reales acaban. En 2009, después de la detención y el juicio del padre, los hijos crecieron y empezaron a trabajar y la familia se desmembró un poco. Mi película presenta una nueva huida, con hijos que ya se hacen mayores. ¿Qué significa volver a escaparse, cuando uno ya es padre, y ya han pasado cuarenta años y los hijos empiezan a labrarse sus propias vidas? Es lo que me apasionó del relato. Cuando a uno lo cría su padre, entra en fusión con ese modelo. Eso me perturbó y me dio que pensar: ¿no fueron felices los hijos durante este secuestro? Pero la realidad es más complicada.

La trama va del drama hacia la luz. ¿Por qué?
No pretendía algo excesivamente dramático, por mucho que el material sí lo fuera de por sí, al tratarse de un secuestro de unos hijos arrebatados a su madre por un hombre en fuga, en las últimas. A veces optaba por la ligereza, por el humor, porque es el cine que me gusta, el de Jean Renoir, que mezcla sistemáticamente política y comedia, drama y diversión. También se encuentra en los grandes cineastas norteamericanos, como John Ford, esta manera de mezclar los tonos y este cine tan exigente como agradable.

¿Qué le parece la elección que toma el padre?
Me reservo el punto de vista sobre el asunto. No obstante, mi película formula las preguntas; ahí está el título: ¿qué es “la buena vida” [a la que hace referencia]? ¿se trata de esa vida en mitad de la naturaleza, con el problema de que esta sea, en cierto modo, una cárcel al aire libre? El padre crea una especie de paraíso en la Tierra, pero es un paraíso artificial que no durará en el tiempo, como bien saben ellos en el fondo. Es una metáfora de la infancia. Cuando uno es niño, los padres se ocupan de él, satisfacen sus necesidades, el niño experimenta el placer, el deseo sencillo; después, crecemos y las cosas se complican: hay que trabajar, hay que ganarse la vida, etc.. De todas formas, creo que los niños necesitan a sus padres y la acción del padre es grave. En cualquier caso, lo que cuenta mi película es otra cosa.

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