Nahal tiene casi treinta años y está en su cuarto mes de embarazo. Durante un chequeo de rutina le informan que su bebé ha muerto y dentro de dos días deberá enfrentarse a un aborto de raspado. Cuando intenta tocar el tema, ni su madre ni su esposo le dan la oportunidad de hablar. Nahal sabe que su familia la obligará a volver a tomar los medicamentos antidepresivos que había dejado durante su embarazo. Al comienzo parece estar retomando su vida diaria, pero su silencio pronto se torna en rebeldía. Hamid Rajabi retrata a una mujer que se rebela contra la fachada de su vida de clase media, una mujer que espera más de la vida que una máquina cafetera, una nevera con dispensador de hielo y un segundo automóvil. Nahal se libera de las ataduras de su existencia estandarizada; su protesta es inesperadamente anárquica ya que provoca a sus cercanos adrede y los saca de sus cascarones. Paridan az Ertefa Kam describe una lucha que finalmente no se puede ganar, pero que sin embargo merece ser luchada. La película también explora a una mujer iraní de clase media que, con su amor por los símbolos de estatus, parece haberse encerrado en una cárcel mental.