Magali y Guillaume forman una pareja corriente: ella, concertista; él, conductor de un pequeño tren turístico. Viven pacíficamente en un barrio dormitorio, ahorran pacientemente para poder comprar la casa de sus sueños y esperan felizmente el nacimiento de dos gemelos. Todo cambiará cuando el padre de Guillaume se ponga en contacto con su hijo por primera vez en su vida y le comunique, desde el lecho de muerte, la herencia que le deja: el reino de la isla de Guerrelande, entre Francia e Inglaterra. Para Guillaume y su mujer, la perspectiva de reinar en una isla paradisíaca se presenta más que atractiva; sin embargo, la realidad es otra: la isla no es más que un peñón cochambroso habitado por no más de cinco personas que viven al margen de los progresos de la civilización. Mientras Magali sufre delirios de grandeza ante su inminente estatus de reina, los nuevos servidores traman las más retorcidas argucias para esconder la verdad, hasta que Guillaume no tenga ya la posibilidad de renunciar al trono.