Crítica: A la vuelta de la esquina
por Kaleem Aftab
- BERLÍN 2018: Lleven pañuelos, por si acaso, para ver la película con la que Thomas Stuber ha competido por el Oso de Oro de la Berlinale. Lo protagonizan Franz Rogowski y Sandra Hüller
Thomas Stuber desata su lado más estrafalario en A la vuelta de la esquina [+lee también:
tráiler
entrevista: Franz Rogowski
entrevista: Thomas Stuber
ficha de la película], la película con la que ha competido en la 68ª Berlinale. El apenado tono de la narración del relato original de Clemens Meyer queda, en efecto, compensado con grandes dosis de ironía. A medida que los productos se desprecintan y se disponen a la venta en los estantes de un supermercado del este de Alemania, los nombres Wes Anderson, Roy Andersson y Aki Kaurismäki quedan a la vista como referencias claras en esta historia de soledad.
Franz Rogowski ha tenido una Berlinale de órdago. Después de recibir aplausos de la crítica por su interpretación en otra obra de la competición oficial, Transit [+lee también:
crítica
tráiler
entrevista: Christian Petzold
entrevista: Franz Rogowski
ficha de la película], de Christian Petzold, aquí brinda otra extraordinaria interpretación, en la piel de un hombre tranquilo, contemplativo y lleno de tatuajes llamado Christian, a quien vemos por primera vez en su primer día como dependiente en un supermercado. Amigo del paternal Bruno (Peter Kurth), Christian será presentado a los personajes y rivales de pasillo. El joven ha de aprender a conducir un camión montacargas, tareas que requieren cierta habilidad y pericia para hacerse de la manera más eficiente. Stuber puede presumir de conseguir resultar sagaz y divertido mientras retrata, con extraordinaria pasión y amor, estos personajes descuidados y olvidados con frecuencia en el cine.
Sin embargo, es sobre el amor no correspondido sobre lo que va esta película. Christian está colado por la chica del pasillo de los dulces, encarnada con exquisita vulnerabilidad por la estrella de Toni Erdmann [+lee también:
crítica
tráiler
Q&A: Maren Ade
ficha de la película], Sandra Hüller. Los besos de esquimal de Christian, las consideradas felicitaciones de cumpleaños y las conversaciones de café se reciben con gratitud pero estos personajes tienen vidas fuera del supermercado que tarde o temprano repercuten en la vida dentro de él, les guste o no. Aunque la mayoría de la acción tiene lugar en sus pasillos, echamos algún que otro vistazo al piso de Christian y a la vida que está tratando de dejar atrás, acompañados de una voz en off que suena como la lectura de un diario. Esta narración y la partición de la película en tres segmentos bien diferenciados, nombrados cada uno en función de los nombres de los tres protagonistas, recuerdan en su estilo la maravillosa The Year My Voice Broke (1987), de John Duigan.
A medida que vamos profundizando en las vidas de los personajes, Stuber contiene su extravagancia como mecanismo de comedia. Nuestros periplos por los pasillos empiezan, en efecto, a teñirse de melancolía y emotividad, que se hacen con el timón y dirigen la película hasta un tono quizá algo chirriante. Es la única falla de un largometraje, por lo demás, espléndido. En el acto final, el diseño de sonido, impresionante de principio a fin, se convierte en un elemento del argumento mismo, justo cuando los valses de música clásica dan paso a los temas pop.
A la vuelta de la esquina es una coproducción germano-austriaca de Departures Film GmbH, Sommerhaus Filmproduktion y Rotor Film. Su agente de ventas es Beta Cinema.
(Traducción del inglés)
¿Te ha gustado este artículo? Suscríbete a nuestra newsletter y recibe más artículos como este directamente en tu email.