19/12/2025 - Una conferencia ha puesto bajo el foco cómo los jóvenes ya no encuentran en las salas un lugar de referencia y ha analizado posibles estrategias

Un momento de la conferencia

“Exhibición y distribución entre Italia y España: mercados y estrategias comparados” fue el título de la mesa organizada por Box Office en colaboración con ANEC (Associazione Nazionale Esercenti Cinema) en los Jornadas Profesionales de Sorrento (1-4 de diciembre), durante la cual se presentó un estudio, basado en datos registrados hasta noviembre de 2025, que ofrece una radiografía detallada de los resultados en ambos países. Los dos mercados tienen dimensiones similares, con alrededor de 3.500 pantallas y unos 70 millones de espectadores en 2024.

Gabriele D’Andrea (director general de Mubi Italia y CEO de Circuito Cinema) redefinió el objetivo: el núcleo más fiel sigue siendo el tramo de 18-34 años, sensible al cine de autor, mientras que los menores de 18 están perdiendo su relación con las pantallas de cine. Entre los factores figuran la duración de las películas, la percepción de que la experiencia no es “cool” y la atracción por contenidos breves, fragmentados y socializados. En resumen, ir al cine no se percibe ni se vive como un ritual compartido.

España lo confirma: Álvaro Postigo (presidente de la FECE - Federación de Cines de España) denunció el abuso de prácticas digitales que imponen estímulos efímeros e impiden la sedimentación de la información. La solución pasa por equilibrar la presencia digital y física, captando la atención en los espacios físicos que frecuentan los jóvenes, “en la calle, en las ciudades, en las paradas de autobús”. Andrea Romeo (CEO y director editorial de I Wonder Pictures) replicó que las redes sociales dominan y que “los chavales en el metro miran sus smartphones”. Romeo defendió una hibridación entre lo digital, para crear expectación y conversación, y las salas físicas, como espacio de experiencia compartida. Hay que convertir las películas en eventos, incluso las independientes. “Lo hicimos con La sustancia [+lee también:
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entrevista: Coralie Fargeat
ficha de la película], en parte gracias a la colaboración con Elastica Films y Enrique Costa, y el contenido generado por los propios usuarios transformó la película en un fenómeno, generando conversaciones en línea y también en la vida real, y este año hemos intentado repetirlo con La hermanastra fea [+lee también:
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ficha de la película]”.

Lara Pérez Camiña (socia en BTeam Pictures y copresidenta en ADICINE) aportó el ejemplo español de Sirāt [+lee también:
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entrevista: Óliver Laxe
ficha de la película], que logró convertirse en un evento. Camiña coincidió en la importancia de lo digital, pero subrayó que la comunicación es, ante todo, una cuestión de mensaje: hay que traducir la película en una idea capaz de conectar con el público. También citó Los domingos [+lee también:
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entrevista: Alauda Ruiz de Azúa
ficha de la película], la historia de una adolescente que anuncia a su familia su deseo de hacerse monja: “Para nosotros, el mensaje era que se trataba de una película sobre el amor. Hay que trabajar con cuidado películas que quizá a priori no resultan atractivas para hacerlas interesantes para todos los públicos”.

Otro de los temas abordados fue la sostenibilidad del ecosistema cinematográfico actual en Italia y España ante una sobreabundancia de oferta. Postigo recordó que hace unos años se estrenaban en España unas 220 películas al año, mientras que hoy se ha llegado a 360. Aunque la presencia masiva de multicines facilita el estreno simultáneo de múltiples títulos, “es necesaria una autorregulación compartida por parte del sector”. Para Lara Camiña, se requiere una mayor selección y un tratamiento más atento del posicionamiento de las películas. Para Mario Lorini (presidente de ANEC), los cines italianos de sala única se ven abocados a una rotación rápida, lo que penaliza la vida de las películas. Carlos Prada (responsable de distribución en salas y producciones locales en Italia y España para Warner Bros. Discovery) reconoció que “hay películas que sencillamente no aguantan la experiencia cinematográfica”; se necesita un esfuerzo colectivo de evaluación de contenidos, porque el cine es un ritual social y debe ofrecer un valor añadido frente al sofá de casa. Para Andrea Romeo, en cambio, es positivo que existan tantos actores con líneas editoriales diferentes, y defendió que reducir el número de pantallas para ciertos títulos “no es un fracaso, sino una elección estratégica”.

Hacia el final de la conversación, afloró la necesidad de intensificar el diálogo entre exhibición y distribución, a lo que Camiña añadió que también deberían implicarse los productores para completar una visión global de toda la cadena. Romeo propuso una subida del precio de las entradas de cine para adecuarlo a los costes de producción, mientras que Lorini sugirió explorar fórmulas alternativas, como las suscripciones de tarifa plana para jóvenes adoptadas en los Países Bajos. Postigo expresó dudas sobre la propia estructura de ventas en España, donde la distribución de multisalas y megamultisalas ya no parece sostenible, y confió en un regreso a salas más pequeñas y urbanas, siguiendo el modelo italiano. Camiña concluyó subrayando la necesidad de una comunicación capaz de expresar la belleza del cine en el cine, implicando a talentos, influencers, estrategias creativas y una inversión adecuada, para reconstruir una conexión auténtica entre las nuevas generaciones y la experiencia cinematográfica.

(Traducción del italiano)