Una mujer en albornoz se pasea de madrugada por un bosque. Hasta los mínimos sonidos de la naturaleza se escuchan mientras camina: los ruidos de las ramas que crujen, el canto de los pájaros y pronto el sonido de las olas que chocan contra la orilla. Al llegar a las rocas, Ulla se desnuda y se baña unos minutos en el mar Báltico como hace cada día. Vive aislada en una isla salvaje del archipiélago de Estocolmo, en una autarquía dentro de un mundo cerrado y sereno que acaricia el alma. La lectura, los baños y las obras de su casa en medio de la naturaleza marcan el ritmo de sus días. Tras la marcha de su hija Elin y su amigo Marcus, que han ido de visita, se da cuenta de que su mundo, tan familiar, ha sido invadido por un cazador de ciervos. Esta presencia inesperada parece perturbar su rutina.