Tener un coche en pueblos pequeños árabe-israelíes o palestinos como Tayibe y Tulkarem es imprescindible. De hecho, tener un coche en este país se convierte en algo vital si se quiere llegar a ciudades grandes como Jerusalén o Tel Aviv y comprarse uno se convierte en el sueño más grande que alguien pueda tener, equiparando al coche incluso con un ser humano, con una esposa. La película relata así varios días de la vida de Elzober, un tímido y modesto viudo de 45 años padre de dos hijos que trabaja en un restaurante de sushi de Tel Aviv y que consigue por fin cumplir su sueño y comprarse un Legacy negro nuevo (los coches japoneses, en concreto los Subaru, son los más populares entre los palestinos por ser los más baratos). Sin embargo, esa indescriptible felicidad no dura demasiado, pues el mismo día que compra el coche se lo roban.