Una situación aparentemente sencilla: el director y su padre ven un partido de fútbol de 1988 en donde el padre hizo de árbitro, acompañando con sus comentarios y a tiempo real las imágenes originales de la televisión. Un derbi en Bucharest entre los equipos más importantes del país, el Dinamo y el Steaua, en plena nevada, un año antes de la revolución que derrocó a Ceaușescu. Las condiciones son difíciles, como mínimo, y el partido poco brillante. Uno entre muchos, un partido estándar con dos partes, rótulos amarillos marcando el tiempo y una imagen de vídeo granulada que se mezcla con la nieve: una base perfectamente para hacer una incursión en el condicional. ¿Y si la pelota no hubiese golpeado el larguero? ¿Y si el árbitro se hubiese inclinado por presionar y favorecer a un equipo sobre otro? ¿Y si la cámara hubiese mostrado realmente el alboroto que hubo en el campo? ¿Y si el equipo hubiese tenido lugar un año después? ¿Y si la nieve hubiese forzado a cancelar el partido? Una infinita cadena de nuevos partidos imaginarios se crea a partir del original, cada uno con diferentes imágenes, diferentes resultados, y diferentes significados.