En 1999, Jan Bucquoy siguió durante un año a dos partidos políticos: Vivant y Tarte. El primero, Vivant, toma las cosas en serio. Gracias a Roland Duchâtelet, tiene muchos recursos financieros y tiene un programa coherente: el sueldo mínimo. El otro partido, Tarte, sólo tiene por ambición tirar tartas al Parlamento, por sus eventuales parlamentarios. Ambos partidos tienen un sueño: persuadir a los belgas de que voten a algo totalmente distinto.